Sofía Gotor lleva dedicada al catecumenado de adultos en la parroquia de la Virgen del Carmen de Zaragoza desde los años 90. Para ella, ser catequista es una vocación y requiere el compromiso de formarse para profundizar en la fe.

Sofía Gotor sintió la necesidad de formarse a nivel teológico y doctrinal para profundizar en su fe: “Los cristianos muchas veces nos quedamos en lo sacramental y debemos esforzarnos para estar mejor preparados, profundizar en la Biblia y en otros documentos de la Iglesia”. Como ella misma asegura, “la formación nos garantiza poder dar razón de nuestra esperanza, poder argumentar sin llegar a la fricción por qué pensamos y vivimos como cristianos”.

Su formación comenzó en 1990 en el centro Berit y, un año después, decidió servir a la Iglesia con el catecumenado de adultos, dedicando 17 años a los jóvenes de confirmación.

“Ser catequista”, afirma con rotundidad, “es una vocación porque exige una dedicación, un compromiso. Por eso hay que meditarlo bien antes de empezar. Se tiene que vivir de otra manera”. Asimismo, advierte la diferencia que hay entre la asignatura de Religión y la catequesis: “Esta última implica tener un experiencia, una relación personal con Dios. La catequesis involucra directamente a los niños, jóvenes y adultos”. En relación con la catequesis de primera comunión, Sofía considera “muy importante la implicación de los padres. Es necesario trabajar con ellos. Hay que aprovechar el periodo de gran aprendizaje que viven los niños en ese momento, tienen mucha curiosidad, quieren saber y hay que comprometerse para mantener vivo ese entusiasmo e ilusión por saber y amar”.

Sofía nos anima a vivir el misterio pascual resucitando cada día a una vida nueva con el Señor.

Sofía valora muy positivamente los encuentros que organizan las diócesis para los catequistas. “El año pasado hice un curso en el centro Pignatelli y también estuve en el último encuentro en Peralta de la Sal. Son oportunidades muy buenas para compartir experiencias y conocer a otros catequistas que pasan por las mismas situaciones que tú. Nos animamos y ayudamos unos a otros”. Sofía también participó en la última peregrinación a Roma de catequistas con motivo del Año de la Misericordia, donde se sintió “animada en un ambiente universal de catequistas llegados de todo el mundo, cristianos con la misma inquietud de servir y evangelizar en las parroquias. Eso me dio mucho impulso”.

También destaca de esos días en Roma las palabras del papa, que les animó a ser primer anuncio. “Los que evangelizamos”, explica, “tenemos que causar una buena sensación que lleve a los demás a un encuentro personal con Dios y que sepan que el Dios que creó el mundo es el que nos salvó”.

Sofía se fija en el lema del ‘Día de la educación en la fe’: “De la misma manera que ‘¡Es el Señor!’ expresa el asombro vivido por los apóstoles cuando ven a Jesús resucitado junto al lago de Tieríades, así nosotros tenemos que cultivar ese asombro. Cada día el Señor nos tiene que decir algo. Cada día tenemos que vivir el misterio pascual, la muerte y la resurrección, muriendo en lo que nos aleja del Señor y resucitando a una vida nueva con él”.

Firma: Rocío Álvarez