La diócesis de Huesca ha celebrado este sábado 16 de septiembre la Jornada Diocesana de Pastoral, el hito que señala el inicio del curso 2023-24 y que ha tenido lugar en el Colegio Santa Rosa-Altoaragón. En ella se ha reflexionado sobre la realidad diocesana y los siguientes pasos a seguir, con una dinámica grupal de trabajo de cara a la confección de un futuro documento base contenido en el plan pastoral de la Diócesis.

El obispo de Huesca, don Julián Ruiz Martorell, ha presidido la eucaristía con que se ha iniciado la Jornada en la capilla del centro educativo y ha dirigido después unas palabras de bienvenida a los asistentes, con un recuerdo para las personas que ya no están y un agradecimiento especial al personal del Colegio Santa Rosa-Altoaragón. Los documentos que desde las diferentes comunidades parroquiales, arciprestazgos, grupo y delegaciones reflejan “el sentir y el ver de la comunidad diocesana”, en palabras del vicario de Pastoral, don José Alegre.

El director de la Comisión de Caridad y Promoción Social, Jaime Esparrach, y la delegada de la Pastoral de Vocacional, Infancia, Juventud y Universitaria, Isabel Ramos, han desgranado el texto que sintetizaba las aportaciones de los distintos grupos al documento base que refleja la realidad de la Diócesis. Una reflexión con la base del Sínodo y del Congreso de Laicos.

En una diócesis que cuenta con 211 parroquias, se considera que el primer paso es iniciar un trabajo apostólico conjunto. La diócesis es reflejo de la sociedad en que vivimos y se aboga por el impulso de la parroquia como comunidad de acogida y acompañamiento, centro de formación y fuente de envío para la misión.

Otro de los aspectos analizados se refiere al discernimiento de las tareas que son exclusivas del clero. Los sacerdotes deben formar parte de equipos y pequeñas comunidades a los que acompañan. Asimismo, se ha de poner en valor la vida consagrada, aprovechemos los carismas de educación, atención a jóvenes o espiritualidad. Se cuenta con cuatro monasterios de vida contemplativa que son el “pulmón” de la diócesis.

El documento refleja la necesidad de personas íntegras implicadas en la vida pública. Con sentido crítico y cierta rebeldía e inconformismo. Personas con una sólida y clara identidad cristiana, con un fuerte sentimiento de pertenencia a la Iglesia.

Se atraviesa una crisis vocacional, y este aspecto, el de la crisis de fe y de vida cristiana, es más amplio que la vocación al sacerdocio. Frente a esto, se cuenta con el ámbito de la religiosidad popular como primer acercamiento a la fe. Y se refleja la necesidad de coordinar diversos ámbitos pastorales como profesores de Religión, departamentos de pastoral de los colegios, ONG, Cáritas, Cruz Blanca o las Conferencias de san Vicente de Paúl.

La diócesis cuenta con más de 500 inmuebles con finalidad religiosa, y su conservación requiere un esfuerzo grande. Se concede importancia a la comunión de bienes y a salir del aislamiento de la parroquia; al cuidado de la casa común, que también se debe reflejar en nuestra iglesia diocesana y nuestras comunidades.

Las consecuencias de la pandemia se siguen percibiendo, y esta ha permitido abrirnos, por otro lado, al mundo digital. Por contra, se ha perdido la vivencia de lo presencial y comunitario. Se ha de mantener un punto de reunión y encuentro en torno al mensaje del Evangelio.

Estamos abiertos al futuro, nos ilusionamos con un proyecto evangelizador que nos ayude a vivir la pertenencia, nos renueve y nos haga encontrar motivos que nos muevan a la verdadera vivencia de la comunión, la fraternidad, la solidaridad y la caridad.

El trabajo de grupos giró alrededor de la comunión, participación y misión. Tras un primer momento de silencio y profundización, el animador de cada uno de ellos llevó a cabo una pequeña síntesis con la aportación de los grupos. Se movieron a debate los medios que podemos ofrecer en las líneas comunes de la diócesis, arciprestazgo, movimiento y grupo y la comunidad parroquial.