En la actualidad, de manera especial la academia y la psicología, se habla del desarrollo de las inteligencias. De hecho, este concepto no es del todo nuevo… sino que parte de un concepto o teoría propuesto por Howard Gardner, profesor, psicólogo y académico en la Universidad de Harvard, y que publicó su estudio en 1983 definiendo “las inteligencias múltiples”, en la que pretendía definir que la inteligencia y manera de conocer del ser humano no es conjunto unitario, sino múltiple y desde diferentes ópticas… De ahí que podamos hablar de la inteligencia “lingüística”, como la habilidad para hablar y escribir; la inteligencia “musical”, como la capacidad para responder a un ritmo, al tono, etc; la inteligencia “naturalista”, como la capacidad para cuidar la naturaleza y tener un pensamiento científico; también se habla de inteligencia “lógico-matemática”, “bio-espacial”, “corporal”, “intrapersonal”, “interpersonal”.
Unido a ese concepto, el Catecismo de la Iglesia Católica publicado en 1992, en el numeral 1095 hablando de los tiempos litúrgicos y de los misterios de la historia de la salvación, plantea la importancia de que los fieles se abran a una “inteligencia espiritual” para reconocer lo que Dios ha hecho, su actuar y cómo se ha entregado por la humanidad.
De ahí que una buena manera y oportunidad para vivir y celebrar el adviento es la “Inteligencia Espiritual”. ¿Por qué? Porque podemos caer en la rutina, la costumbre y el sinsabor… Podemos correr el riesgo de que un tiempo tan especial para preparar la navidad, como se repite cada año, pase desapercibido y no nos demos cuenta, ni si quiera lo vivamos o por el contrario celebremos la navidad sin prepararnos…
El adviento es un tiempo especial, es un camino espiritual, es el inicio del nuevo año litúrgico, es decir, un momento para reflexionar y meditar en torno a un evangelista, que para este ciclo A, es Mateo, que recalca que Jesús es la plenitud del Antiguo Testamento; de hecho Mateo, se considera un buen conocedor del judaísmo que quiere mostrar a Jesús como un Maestro, como el Mesías, como la Plenitud de lo anunciado por los profetas. Pero todo esto es válido y tiene sentido si desde nuestra inteligencia espiritual entendemos y comprendemos lo que puede hacer en cada uno de nosotros este camino recorrido o a recorrer…
Es también, un tiempo adecuado para preparar la venida, el nacimiento, el reencuentro con el Mesías que nace en el belén y quiere nacer de nuevo en nuestro corazón. Es un tiempo para afianzar y no perder la esperanza en un Dios que por puro amor se ha quedado con nosotros. Una esperanza que se hace realidad en la Navidad, en un Dios que nace y que se ofrece. Pero todo esto tiene sentido si reconocemos la riqueza espiritual del camino (Adviento) y la llegada (Navidad), y para eso necesitamos la “inteligencia espiritual”
Sólo así podremos responder a la pregunta, ¿qué necesitamos para vivir el Adviento?: la inteligencia espiritual. Una inteligencia que nos permita entender qué significado tiene la corona de adviento, para sentirnos iluminados por el color litúrgico propio del tiempo, para sentirnos llamados por las lecturas dominicales, para descubrir la grandeza e importancia de prepararnos para la navidad y sobre todo, y no menos importante que lo anterior, discernir qué quiere Dios de mí en este tiempo especial…
Julián David Sepúlveda Zapata