Felicidades, mamá. Carta del obispo de Barbastro-Monzón. 4 de mayo de 2025

Ascen Lardiés
2 de mayo de 2025

Por medio de estas líneas quisiera felicitar personalmente, en el Día de la Madre, a todas las mamás de nuestra Diócesis y reiterarles mi gratitud y cariño, porque en cada una de vosotras se refleja la ternura de Dios, junto a su paciencia y su fortaleza. Ser madre no es solo dar vida, sino custodiarla, acompañarla y sostenerla cada día, incluso cuando la cruz pesa o el camino se hace cuesta arriba.

Las madres son el antídoto contra el individualismo, porque con su entrega generosa y sin límites enseñan a vivir abiertos a los demás, a acoger y amar incondicionalmente.

Si el día de san José Obrero evocábamos la dignidad que el trabajo ofrece a cada persona, hoy, Día de la Madre, damos gracias a Dios por vosotras: por vuestra fe callada y paciente, y por ese amor inagotable que jamás pide nada a cambio.

Para expresar esta felicitación, quiero tomar prestadas las palabras del papa Francisco y compartir un pequeño decálogo, entresacado de las cosas bellas que a lo largo de estos años ha dedicado a las madres en sus audiencias y discursos. Te animo a que este domingo se lo regales personalmente a tu madre, y si ella ya está en el cielo, transfórmalo en oración y pídele por la familia que dejó aquí en la tierra.

Ojalá que este sencillo Decálogo sirva a cada madre como luz en la más hermosa y fecunda de las vocaciones: engendrar hijos para Dios.

Gracias, mamá, porque siempre…

1. Me amas sin medida, sin esperar nada a cambio. Tu amor es reflejo fiel del amor gratuito e incondicional de Dios.

2. Eres bálsamo de Dios que me fortalece. Siempre guardas en tu alma la ternura y me enseñas a defender la vida con coraje.

3. Oras por tus hijos, incluso en la distancia. Nunca te olvidas de pedir por mí. Y siento cómo tu oración es, a la vez, fuerte y silenciosa.

4. Me perdonas siempre y me enseñas a disculpar. Nuestro hogar crece sobre la misericordia, no sobre la perfección.

5. Eres testigo de alegría y esperanza. Nos ayudas a afrontar la vida con fe y con una sonrisa.

6. Custodias nuestra familia con sabiduría paciente. Como María, acompañas sin imponer, guardando todo en tu corazón.

7. Me enseñas a vivir con sencillez y gratitud. Las cosas importantes no se compran: se descubren, se viven y se comparten.

8. Me acompañas con libertad. Tu amor materno me impulsa, no me retiene; me acompaña siempre, sin tratar de poseerme.

9. Me muestras la ternura como fortaleza. La ternura transforma el mundo más que la fuerza. Es el lenguaje más verdadero del amor.

10. Visibilizas con tu vida el rostro de Dios. En tus gestos y cuidados he descubierto el mejor rostro de Dios.

 

Con mi afecto y mi bendición,

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

Este artículo se ha leído 47 veces.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas