Miguel Sebastián: “Los capellanes tenemos el privilegio de ser testigos del consuelo de Dios”

El 11 de febrero se celebra la Jornada Mundial del Enfermo bajo el lema ‘Acompañar en la soledad’. Esta tarea la desempeñan día a día los capellanes en los hospitales, respondiendo al derecho de los enfermos a ser atendidos también espiritualmente. Hemos querido ahondar en la figura del capellán de hospital de la mano del sacerdote Miguel Sebastián, coordinador de la capellanía del hospital Miguel Servet de Zaragoza.

Miguel Sebastián junto a la figura de la Virgen del Pilar en la capilla del Miguel Servet.

¿Cuánto tiempo lleva de capellán en el Hospital Miguel Servet? Soy sacerdote diocesano de Toledo. Vine a Zaragoza por motivos familiares hace 14 años y desde entonces ocupo esta tarea. También he sido delegado de Pastoral de la Salud y profesor del área de Teología Moral y Defensa de la Vida.

¿En qué consiste la tarea de ser capellán? Ser capellán responde a un derecho de los enfermos. Es un derecho del enfermo y de su familia que se vea atendido en la dimensión religiosa de la enfermedad. Y a ese derecho del enfermo también hemos de responder en la sanidad pública, ofreciendo a los enfermos una atención según su confesión, su mundo de fe.

¿Qué amparo legal tiene esta figura? La Iglesia católica tiene esta relación con los hospitales públicos porque se establecieron unos acuerdos en 1985 entre el Estado español y la Santa Sede sobre la atención religiosa a las Fuerzas Armadas y a los hospitales. Ese acuerdo se desarrolló en un convenio que establecía cómo hacerlo, con qué medios, con qué personas, según el numero de camas… Nosotros nos regimos jurídicamente por ese acuerdo. En Zaragoza están bien atendidos los hospitales, están bien cubiertas las plazas de capellanes.

¿Cuántos hay en el Hospital Miguel Servet? En el hospital hay cinco capellanes, todos católicos porque es la religión mas demandada. Pero si hay algún paciente que es de otra religión y nos pide un ministro de su fe, nosotros los ponemos en contacto.

¿Cómo os organizáis con los turnos,  horarios..? Cubrimos 24 horas a turnos. Los capellanes a turno completo tenemos 40 horas semanales pero siempre hacemos más. Llevamos un busca, un teléfono móvil y estamos siempre disponibles día y noche. Atendemos a quien nos llama de urgencias, desde las unidades de vigilancia intensiva, y a cualquier paciente que nos lo pide o por mediación de sus familias. El problema es que con la Ley Europea de Protección de Datos nos quieren restringir la atención a los enfermos diciendo que no podemos entrar a las habitaciones, que solo podemos atender a los enfermos que lo soliciten y por escrito.

¿Eso está ya sobre la mesa? Eso está propuesto pero no está establecido. Donde está ya regulado por ley es en Cataluña. Allí no puedes entrar a las habitaciones de los enfermos si ellos no te han llamado. Nosotros atendemos a los que nos llaman pero también nos dejamos ver por los pasillos para ofrecer el servicio religioso.

Para contactar con el capellán, ¿a quién hay que avisar? Hay que avisar a la enfermera o llamar directamente al capellán. El teléfono está siempre colgado en la puerta de la capilla del hospital.

¿Qué servicios ofrece un capellán? Confesar, recibir la comunión, la unción de enfermos. También los hay que quieren hablar con alguien que les ayude a entender y descubrir el sentido de lo que están viviendo y cómo vivirlo, cuál es el sentido a la luz de la fe de esto que le toca vivir. La nuestra es una tarea de escucha, acompañamiento, consuelo de las familias en situaciones de duelo, situaciones de malas noticias recibidas. Yo estoy aquí en la capilla y la gente entra continuamente. Hace un ratito había una señora llorando en el primer banco, me he sentado al lado de ella, le he preguntado y me ha estado contando.

¿Cuál es vuestra relación con el personal sanitario? Muy buena. Reconocen nuestra labor, somos una ayuda para ellos en la relación con los pacientes y con la familia, resolvemos situaciones de conflicto en momentos de muertes inesperadas, de malas noticias. Realizamos un trabajo en equipo con un único fin: el bien del enfermo.

A veces se acusa que es un gasto innecesario… Para la calidad asistencial que el servicio religioso ofrece al hospital, salimos muy baratos, somos mileuristas con el sueldo congelado desde hace años. Con los capellanes no solo mejora la asistencia al enfermo, también sube la calidad del centro.

¿Qué es lo más bonito del servicio que hace un capellán? Las situaciones de mejoría de los enfermos cuando reciben el perdón de los pecados y la unción de los enfermos. Nosotros comunicamos vida divina, Espíritu Santo que pone paz en el corazón de la persona, la sana interiormente y le cambia la vida. Participar en la paz en medio del sufrimiento, siendo testigos de la acción de Dios, es un privilegio que nosotros tenemos. Vivimos el sacerdocio de forma privilegiada porque los enfermos nos permiten entrar en su corazón y acercarnos a ese momento difícil de su vida. Nos abren su corazón y hemos de acercarnos descalzándonos como Moisés en la zarza ardiente porque nos acercamos a un misterio, llevando el misterio del amor de Dios. Somos unos privilegiados al estar tan cerca del sufrimiento, es algo que va a las espaldas de los capellanes. Estamos muy cerca del consuelo de Dios y somos testigos de ese consuelo. El servicio de la Iglesia dentro del hospital muestra de una forma muy elocuente el rostro del amor de Dios y el rostro de la Iglesia madre.