Más de 53.000 mayores de 80 años viven solos en Aragón. Un dato alarmante que ha supuesto la involucración del Justicia para responder a un problema de salud pública que, en el Reino Unido, ha llevado a crear un Ministerio de la Soledad. Mientras la Administración estudia posibles medidas, la Iglesia acompaña día tras día —fuera de los focos y mediante multitud de obras— a quienes más lo necesitan. Porque la soledad afecta a toda la población, desde la infancia hasta la vejez. 

COMEDOR FAMILIAR EN EL BARRIO DE ‘LAS DELICIAS’ (ZARAGOZA)

Lo normal es que los comedores donde se da alimento a los indigentes se califiquen de ‘sociales’, pero este no es el caso. Lo tuvo muy claro el párroco de San Pedro Arbués, Jorge Castro: “Nosotros no damos de comer, nosotros comemos con las personas que acuden a nuestra comunidad con problemas económicos, pero sobre todo de soledad”. “Porque la soledad también es una pobreza muy extendida”, apostilla Teresa Martínez, coordinadora de Caridad de la parroquia.

La parroquia de San Pedro Arbués de Zaragoza reúne cada día a treinta personas.

De lunes a viernes, treinta personas en mesas redondas comparten comida y conversación. “Muchas veces la comida sigue con una tertulia larga, como en las familias, vamos”, comenta Castro, quien recalca que “comemos en mesa con mantel”, algo que provocó discusión: ¿Mantel, sí?, ¿mantel, no?. “Mantel, sí, una comida familiar siempre es una fiesta y, además, las personas a las que acompañamos son el mismo Cristo”, concluye. Y, en torno a la mesa, se sientan el párroco, los voluntarios y los que acuden con sus problemas.

Tanto Castro como Martínez recalcan que su labor de caridad está inspirada en los retos que plantea Francisco en ‘Evangelii Gaudium’ y que su paradigma es el del acompañamiento, como el que hacen a los niños que van a desayunar todos los días a las parroquia -“Además del almuerzo para el cole, se llevan muchos besos y abrazos. Los necesitan”, dice Martínez- o los más de cien chavales que acuden por la tarde a las clases de repaso.

La parroquia de San Pedro Arbués no quiere utilizar la caridad como un medio para evangelizar, sino ejercerla como Iglesia, entretejida de comunión, anuncio del Evangelio y celebración fraterna. “Todos, con sus necesidades, tienen su lugar entre nosotros”, afirma Martínez.

Firma: José Antonio Calvo

VOLUNTARIADO JUVENIL EN BIESCAS

Desde hace algunos años, los jóvenes de confirmación de Biescas y de los pueblos vecinos realizan una tarea de voluntariado en la residencia La Conchada de Biescas, los miércoles por la tarde, divididos en grupos, de forma que a cada uno les toque una vez al mes.

Mayores y jóvenes, unidos por la lectura, se acompañan mutuamente.

La actividad cambia cada año, por no repetir. Unas veces seguimos el guion del Libro de la Memoria, otras veces repasamos libros de adivinanzas, chistes y acertijos.

La primera parte de cada sesión consiste en cantar canciones clásicas y populares,  en donde a cada residente se le entrega un instrumento de percusión con que acompañar las melodías. Y la segunda parte consiste en seguir el guión de los libros antedichos, pensando en activar la memoria y recordar los hechos y coordenadas que han definido su vida.

Los jóvenes disfrutan escuchando a los ancianos y estos se sienten queridos, apreciados y hasta útiles, ofreciendo el caudal de experiencia que atesoran. Con ello se consigue también que los jóvenes se asomen a una realidad cercana pero desconocida para ellos y que los ancianos estimules sus capacidades.

A las dos semanas de empezar los jóvenes y los residentes ya se conocen entre sí. Como es natural hay algunas predilecciones. También hay notables  diferencias entre las capacidades de unos y de otros. A los jóvenes les impacta que haya ancianos que no puedan escribir, aunque aprendiesen; que no se acuerden del momento presente y que sin embargo tengan su infancia viva en la memoria. A los residentes les encanta que alguien se acuerde de ellos, y que se sientan queridos por la juventud. También, cuando, a mitad de curso, alguien fallece, o bien desaparece de la residencia, los jóvenes sienten un impacto especial.

Firma: Ricardo Mur.