“La droga es una prisión invisible que vosotros, de diversas maneras, habéis conocido y combatido. […]
Mirémonos y leamos en la cara de los unos y los otros una palabra que jamás traiciona: juntos.
El mal se vence juntos.
La alegría se encuentra juntos.
La injusticia se combate juntos.
Dios que nos ha creado y nos conoce a cada uno, nos ha hecho para estar juntos,
Ciertamente, existen vínculos que hacen mal y grupos humanos en los que falta la libertad.
También a estos solo se les vence juntos”.[1] (León XIV)
No estamos viviendo tiempos de armonía, ni de comunión, ni de solidaridad.
Enfrentamientos políticos: “Y tú más”. Insultos. Corrupción. Oposición frontal a lo que dice el otro. A veces sin pensar en lo que ha dicho. Pero…. como es de otro partido, tenemos que oponernos.
Rechazo con violencia a emigrantes en lugares que salen en la tele (Torre Pacheco) y en otros lugares que no salen en nuestras modernas pantallas que todo lo toleran sin rechistar. Hay rechazos en ‘la puerta de al lado’, que contemplamos cada día y de los que a veces somos protagonistas excluyentes. En los hechos o en el corazón.
No todas las familias están unidas (Además, una familia rota es de lo más difícil de reconstruir). Pero la familia sigue siendo, así lo creo y lo veo, uno de los espacios humanos en los que estamos más unidas las personas. Uno de los ambientes, la familia, en el que estamos más unidos y más nos queremos.
Un camino de solución al enfrentamiento es dejar a un lado nuestra soberbia personal o de grupo y comenzar a mirar ‘juntos’. Es el camino. No sé si hay otro. Estamos hechos para vivir juntos. Necesitamos vivir juntos.
No solo ‘juntos’, claro-. Hay muchos ‘juntos’ en muchos ambientes que están muy alejados o incluso enfrentados. Juntos, sí, y respetándonos. Juntos y viendo lo bueno del otro y perdonando cuando sea necesario. Juntos en lo bueno y en lo malo. Juntos, aunque distintos. Distintos y complementarios. Juntos porque es mejor que enfrentados. Juntos, porque así construimos alegría, solidaridad, apoyo, esperanza… y todo lo bueno que queramos añadir.
Pueden darse estos buenos frutos en la familia, entre los compañeros de trabajo, entre vecinos… Sin olvidar a los que celebramos la Eucaristía: presbíteros y presbíteros, fieles y fieles, presbíteros y fieles. La Eucaristía nunca es individualista. Individualismo y Eucaristía no se llevan nada, pero que nada bien.
Fuimos creados para vivir juntos. “Y creo Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó […]” (Gén 1,27)
Mirémonos y leamos en la cara de los unos y los otros una palabra que jamás traiciona: juntos.
El mal se vence juntos.
La alegría se encuentra juntos.
La injusticia se combate juntos.
Dios que nos ha creado y nos conoce a cada uno, nos ha hecho para estar juntos,
Ciertamente, existen vínculos que hacen mal y grupos humanos en los que falta la libertad.
También a estos solo se les vence juntos”.
¡Cuántas veces cantamos Juntos como hermanos!
Hagámoslo verdad. A eso estamos llamados los cristianos: juntos, como hermanos.
Solo así seguiremos los pasos del Señor.
[1] LEÓN XIV. 29 junio 2025. A los reunidos por la Jornada Internacional contra la Droga.