Jesús, pastor y cordero

Pedro Escartín
10 de mayo de 2025

Desde el año 165 antes de Cristo, los judíos celebraban la Dedicación del Templo durante ocho días a partir del 25 de diciembre. Era la fiesta del año nuevo para evocar la consagración del templo por Judas Macabeo, después de que fuera profanado por Antíoco IV Epífanes. Aquella celebración, estando la naturaleza muerta en lo más crudo del invierno y en espera del resurgir de la primavera, suscitaba en ellos la esperanza de la resurrección. En esta ocasión, Jesús mantuvo una larga disputa con los judíos. En el evangelio de hoy (Jn 10, 27-39), hemos escuchado sus palabras finales: «Yo y el Padre somos uno». Con ellas reafirmó su identidad, pero los judíos las tomaron como blasfemia y quisieron apedrearlo. Pocos años más tarde, Pablo y Bernabé fueron acosados por los judíos de Antioquía de Pisidia, envidiosos del éxito de su predicación (Hch 13, 43-52), y tuvieron que refugiarse en Iconio. Cuando he tenido a Jesús delante de mis ojos, le he dicho:

– Ya ves que la historia se repite: anunciar tu evangelio tiene sus riesgos…

– Tantos como vivirlo ?me ha replicado?. Os dije que el discípulo no sería tratado mejor que el maestro y que si a mí me habían perseguido, también a vosotros os perseguirán; pero recuerda que también dije que mis ovejas escuchan mi voz, que yo las conozco y les doy vida eterna, y que soy el “buen pastor” y a la vez el “cordero que quita el pecado del mundo…”, y sin dolor no se quita el pecado del mundo.

– ¡Por eso el catálogo de mártires cristianos es tan abultado! ?he exclamado?, aunque me temo que ahora no estamos preparados para afrontar la persecución por ser de tu rebaño.

– Eso nunca ha sido fácil ?me ha corregido?, pero no es imposible y, además, es gratificante. Si reconoces que seguirme da vida eterna y no condicionas el plan del Padre a tus seguridades, serás “de la verdad”. El papa Francisco, al que tanto admiráis, lo expresaba con su sonrisa contagiosa. Su vida reflejaba que “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran conmigo”, dijo en su primera Exhortación Apostólica cuando fue elegido Papa, y así lo vivió a pesar de las críticas y sufrimientos que soportó por ser fiel al evangelio.

– Nadie lo hubiera dicho viendo la alegría y cariño con que acogía a todos.

– Pues yo sé cuánto le habéis hecho sufrir descartando a los débiles, ignorando las tragedias de los emigrantes y esquilmando a vuestra madre tierra, tal como denunció en “Laudato s’i”, sin que le hicierais caso -me ha confesado-.

– Ya que hoy es la Jornada de Oración por las Vocaciones, permíteme un desahogo: al paso que vamos, ¿podremos seguir escuchando de labios humanos tu evangelio o «esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros» o «yo te absuelvo en el nombre del Padre»…?

– Sabes que yo estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos, pero depende de vosotros el que mi llamada llegue a los jóvenes sin interferencias. Proponedles metas más generosas que el pasarlo bien y verás cómo responden a mi llamada -me ha dicho clavando sus ojos en los míos-.

Y, mientras pedía la cuenta, he dejado de mirarle para no sentir vergüenza.

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