“Recuerdo el testimonio de un joven como ustedes, Floribert: con tan solo veintiséis años de edad, fue asesinado en Goma por haber obstruido el paso de productos alimenticios en mal estado, que habrían dañado la salud de la gente. Podía haberlo ignorado, no lo habrían descubierto e incluso se habría beneficiado. Pero, como cristiano, rezó, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo no a la suciedad de la corrupción. Eso es mantener no solo las manos limpias, sino el corazón limpio”.
Son palabras que el papa Francisco dijo sobre Floribert Bwana Chui, delante de miles de jóvenes congregados en el estadio de Kinshasa el 2 de febrero de 2023, durante su viaje a la República Democrática del Congo. ¿Quién era este joven de la Comunidad de Sant’Egidio que fue asesinado en julio de 2007 y beatificado el 15 de junio de este año 2025, en presencia de su madre?[1]
En estos tiempos en que tenemos tantos casos de corrupción en España (y no solo en España, sin que esto sea ningún consuelo), es gratificante y esperanzador que la Iglesia declare beato a un joven que rechazó un intento de soborno (por eso fue asesinado) y que se erigió así en ejemplo de cómo no caer en la dictadura del dinero y de la corrupción.
Floribert fue un joven tan normal como extraordinario. Normal porque tenía los mismos sueños que cualquier otro joven de 26 años con novia, amigos, un trabajo muy bueno y mucha vida por delante.
Normal y extraordinario porque se movía en un ambiente en el que caer en corruptelas se veía como un medio de prosperar económica y socialmente. Y él nunca lo hizo.
Así les propuso el Papa Francisco, especialmente a los jóvenes, en su viaje a la República Democrática del Congo: “no se dejen enredar en los lazos de la corrupción; el discípulo de Cristo tiene que ser honesto como Floribert quien “como cristiano rezo, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo no a la suciedad de la corrupción”.
Floribert trabajaba en un organismo oficial responsable del control de calidad de los productos alimentarios en la aduana entre Ruanda y Congo.
Floribert se propuso trabajar con integridad, a pesar de vivir en una de los contextos más violentos y corruptos del mundo. Había dicho a sus amigos muchas veces que cada día recibía presiones para hacer la vista gorda con mercancías que no cumplían con las condiciones sanitarias y que eran peligrosas para la población.
Recibo “muchas presiones, pero no quiero ceder. Si no destruyese todo aquello que es dañino para la salud de tanta gente, si aceptara corromperme, sería como traicionar todo en lo que creo, sería como si aceptara mi propia destrucción. Yo sigo con mi trabajo. Por ejemplo, yo he mandado destruir mucho arroz en mal estado, porque sería perjudicial para la población”, decía a sus amigos.
A la hermana religiosa, Jeanne Cecile, le decía: “El dinero se acabará pronto. Pero ¿qué será de las personas que tengan que consumir esta comida? Si acepto esto, ¿vivo en Cristo?, ¿vivo por Cristo o no? Como cristiano no puedo permitirme que se sacrifique la vida de alguien. Es mejor morir que aceptar ese dinero.
El sábado 7 de julio de 2007, Floribert fue raptado a la salida de una tienda. Su cuerpo apareció en una cuneta dos días después. Su autopsia reveló torturas terribles. Le rompieron todos los dientes, el brazo izquierdo
Y tenía quemaduras en las nalgas y genitales.
Floribert era conocido por su compromiso con los temas sociales y por una existencia arraigada en la oración y el servicio a los más pobres. Su muerte dolió especialmente a los niños de la calle; niños de los que todo el mundo huía y a. los que Floribert devolvió la dignidad y la esperanza. “Floribert tenía un buen salario y en cuanto tenía dinero en el bolsillo, se lo gastaba para comprarles comida”, dice su padre. Recuerda su padre: “Hablábamos mucho. Quería que hubiese justicia para todos. Y esperaba que fuera posible cambiar las cosas. Soñaba con poder hacerlo. Me decía: ‘Papá, me gustaría en una sociedad justa para todos, en la que no haya desigualdades ni injusticias”
León XIV definió a Floribert como “un hombre de paz… fermento de paz desarmada y desarmante. Este joven que no se resignó al mal, tuvo un sueño que alimentaba con las palabras del Evangelio y la cercanía al Señor”. Y formula el deseo de que por la intercesión de Floribert, la paz llegue a Kivu, al Congo y a toda África”.
[1] Artículo basado en LA LECCION DE FLORIBERT. Revista ECCLESIA. Nº 4145. Pág.44-45.