Don Vicente Jiménez Zamora cumple 50 años de sacerdocio: «Sueño con una Iglesia en la que los jóvenes sean motor de una comunidad más vigorosa”

Iglesia en Aragón
27 de junio de 2018

El pastor de la archidiócesis de Zaragoza, don Vicente Jiménez Zamora, celebra el 29 de junio de 2018 sus bodas de oro sacerdotales. En esta entrevista nos revela su tierno agradecimiento por la formación que le dieron sus padres; descubrimos su afición por el deporte y el saber; su amor filial a la Virgen y su agradecimiento humilde al Señor por otorgarle el don de la vocación sacerdotal.

Don Vicente disfruta leyendo buenos libros y poesía. Foto: Jesús Fuertes.

Usted lleva 50 años celebrando la misa, después de tanto tiempo ¿se ha convertido en una rutina?, ¿qué significa para usted la misa? Para mí la celebración de la santa misa es, a la vez, sacrificio, comunión y presencia de Cristo. Es la fuente y cumbre de mi ministerio sacerdotal y episcopal. Considero que es un don tan grande que me desborda y no me considero digno de tanto don. Procuro celebrarla con fervor, reverencia, piedad, con sentido de adoración y agradecimiento. En ocasiones me asaltan las prisas y las distracciones; entonces pido perdón y suplico la gracia de Cristo para identificarme con él como sacerdote, víctima y altar.

¿Se educó en un hogar cristiano?, ¿qué recuerda de su niñez? Nací en Ágreda (Soria), junto al Moncayo, el 28 de enero de 1944. Dios me llamó a la vida, a través de mis queridos padres, Vicente y Silvina, que formaron una familia humilde de seis hijos. En el hogar aprendí el sentido de esfuerzo y el cumplimiento del deber, junto con el amor a Dios, la devoción tierna a la Virgen de los Milagros, la admiración por mi ilustre paisana la Venerable Madre Sor María de Jesús y el servicio a los demás.

Usted tiene una sólida formación intelectual. ¿Qué temas le gusta estudiar? Me gusta la Sagrada Escritura, la Teología dogmática y moral. También me interesan los temas de Filosofía, especialmente la antropología y la ética. Desde el Seminario he leído bastantes libros de historia y de literatura. Gozo leyendo buenos libros y poesía. Conozco bien a Antonio Machado y a Gerardo Diego, grandes cantores de mi tierra natal Soria. En la actualidad tengo que leer todos los documentos del magisterio de la Iglesia, sobre los que escribo en mis cartas pastorales, para difundirlos a los fieles.

¿Cómo es su relación con la gente?, ¿qué temas le presentan? Procuro ser cercano con la gente y sencillo en mi trato; esto lo aprendí de mis padres; no me cuesta escuchar y dialogar; me gusta conversar con toda clase de personas. En mis visitas pastorales gozo en los encuentros con todos los miembros del pueblo de Dios: niños, jóvenes, adultos, miembros de vida consagrada y sacerdotes. Me alegro de ver el paso de Dios por la vida de los fieles.

¿Alguna anécdota especial? Recuerdo una anécdota bonita: un niño me pidió una vez un autógrafo y le firmé una dedicatoria cariñosa; al acabar, me dijo, ¿me firma otro autógrafo para mi abuela, que me quiere mucho? Me conmovió el niño y le firmé el autógrafo.

¿Qué significa para usted la Virgen María?, ¿le guarda especial devoción? Nací en Ágreda, bajo la protección de mi patrona, la Virgen de los Milagros. Mi madre me ofreció desde pequeño a la Virgen. Fui monaguillo en la parroquia de la Virgen de los Milagros y siempre me ha acompañado en todos los momentos de mi vida. Le ofrecí mi sacerdocio y mi episcopado. El pasado 2 de junio, en la fiesta mayor de la Virgen de los Milagros acudí como peregrino a presidir la eucaristía, confiarle mi sacerdocio en mis bodas de oro, y pedirle ayuda, cobijándome bajo su manto en Ágreda y abrazado a su Pilar en Zaragoza. Amo a la Virgen con devoción tierna y filial. Ella guía mis pasos, me cuida, me corrige y me ama. Con ella me siento seguro.

Le gusta el deporte. ¿Qué ha supuesto para usted? Desde joven lo he practicado, sobre todo el fútbol, en la escuela de mi pueblo y en el seminario. Jugaba de extremo izquierdo. Lo practicaba casi todos los días, incluso cuando llovía y nevaba. He visto bastantes partidos de futbol y ahora también sigo los resultados de mis equipos favoritos. El deporte me ha ayudado a saber trabajar en equipo, el sentido del esfuerzo y el temple para encajar con deportividad los triunfos y los fracasos.

¿Cómo imagina el futuro de la Iglesia? Con el papa Francisco sueño con una Iglesia sinodal y participativa; en diálogo con el mundo, compartiendo gozos y esperanza, angustias y tristezas; una Iglesia en salida y de puertas abiertas; una Iglesia en la que los jóvenes sean como la pupila y el motor de una comunidad más vigorosa; una Iglesia en la que los pobres sean dignificados, los niños cuidados y los ancianos atendidos; con unos sacerdotes más misioneros y no autorreferenciales; con unas personas consagradas fieles a su vocación y consagración; una Iglesia que escuche, acompañe y discierna.

¿Y el suyo? Pido al Señor que me haga un buen pastor según su corazón. Un obispo que vele por su pueblo y camine con sus ovejas; que me abaje e incluya; que me centre en lo esencial; pastor con sonrisa de padre y hermano; obispo que rece mucho por su pueblo; con “olor de  Cristo”; hombre de comunión, de colegialidad y sinodalidad para hacer camino juntos. Quiero seguir haciendo de mi vida un “amoris officium” (servicio de amor).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas