La S.I Catedral de Tarazona acogió ayer, martes 20 de abril, una solemne eucaristía de acción de gracias por el décimo aniversario de la dedicación del altar mayor. La consagración tuvo lugar tras la reapertura del templo, que estuvo cerrado durante treinta años y en el que hubo que realizar trabajos de rehabilitación y restauración complejos.
La misa estuvo presidida por el deán del Cabildo de la Catedral, Ignacio Tomás Cánovas, que disculpó la presencia del obispo por encontrarse en Madrid en la celebración de la Asamblea Plenaria de obispos; agradeció la asistencia de dos concejalas del ayuntamiento de la ciudad y excusó la ausencia del alcalde debido a un pequeño problema de salud. Junto al deán estuvieron varios canónigos y el Vicario General.

FIESTA DIOCESANA
En su homilía, el deán recordó cómo fue la dedicación del altar mayor hace diez años durante la Misa Crismal y cómo comenzó este recorrido hasta llegar a la actualidad. Hizo alusión a que el templo fue dedicado el 20 de abril de 1232 por el obispo García Frontín II. Esa es la razón por la que esta fecha se celebra como solemnidad en la Catedral y como fiesta en toda la Diócesis para conmemorar «la dedicación de la que es madre de todas las iglesias de la Diócesis, el lugar desde el que santifica, enseña y gobierna el obispo».

CENTRO ESPIRITUAL DE TODA LA DIÓCESIS
Las lecturas que se escucharon hicieron todas ellas referencia a edificaciones en claro simbolismo con lo que ayer se celebraba y así lo destacó el deán. No solo edificación física sino también espiritual. «Todos nosotros estamos llamados a formar la Iglesia de Cristo y al formarla, al edificio donde nos reunimos le damos el mismo nombre: Iglesia, lugar de reunión».
«La Catedral, por su parte, es la Iglesia del obispo, signo de comunión de una Diócesis, desde donde se irradia toda la vida sacramental de la iglesia diocesana que peregrina en Tarazona y donde tiene un lugar de encuentro, comunión y de envío para anunciar el Evangelio y para servir a los pobres en la caridad y en el amor«, añadió D. Ignacio Tomás.

La Catedral, como Iglesia, es un lugar de protección de «todos nuestros avatares de la vida» porque cuando nos reunimos en el nombre del Señor «lo hacemos bajo su protección», aseveró el deán. «El templo también es un lugar de peregrinación, afirmó, «donde se sigue un camino cuya meta es el encuentro hacia el Señor«. Destacó que cada iglesia es un espacio de Comunión y no sólo en Cristo sino también con nuestros hermanos. «Esto, a veces, es dificil porque no todos pensamos igual, pero la liturgia nos ayuda a superarlo y a descubrir lo que es realmente importante, aquello que nos une que es el Amor de Dios».

«El Señor va edificando en nosotros este templo a través de la Palabra y de los sacramentos que es donde encontramos a Cristo y de esta forma entra en nuestro corazón como entró en el de la Virgen María» continuó el deán.
Para finalizar dió gracias a Dios por la celebración del décimo aniversario y tuvo unas palabras de recuerdo para todos aquellos que han pasado por la Catedral «demostrando su amor a Dios y siendo caritativos con los más pobres».