Una Navidad “sin Reyes”

Hay una “vieja” dinámica para comenzar un encuentro, una convivencia o un campamento; consiste en que el animador presenta una palabra –normalmente, la idea fuerte que se va a trabajar- y los participantes “a bote pronto” tienen que responder lo primero que les sugiere esta palabra…

Hagamos este ejercicio, queridos lectores, entre todos nosotros…si yo digo: “Navidad”, ¿qué respondemos?: Reyes, nieve, regalos, cena de NocheBuena, Jesús, cotillón, familia, etc. Ahora, imaginemos que vamos a vivir unas Navidades con casi ninguno de estos ingredientes, ¿qué pensariamos? Probablemente los niños, que casi siempre dicen la verdad, lanzarían “a bocajarro”: “Vaya rollo” o “eso no son Navidades”…Y podría ser verdad, pero esta es la Navidad que vamos a comenzar a vivir aquí en Zimbabue, en apenas unas pocas horas…

En lugar del frío y de la nieve –tan evocadora en nuestra querida tierra aragonesa-, aquí estamos rondando los 33º de media, con una sequía que va a condenar a la mayoría de la población a vivir más miserablemente el año nuevo entrante 2018. Las luces –típicamente navideñas- y los regalos, pertenecen a una cultura o modo de vida, donde las necesidades básicas están totalmente satisfechas, aunque se hable de “crisis económica” o “de recesión”, palabras que aquí no tienen cabida, porque son lo único que han conocido la gran mayoría de la población de este joven país.

Otro elemento fundamental en nuestra cultura mediterranea, especialmente en estas fechas navideñas, es la síntesis de la comida y la familia. Jesús de Nazaret, cuyo cumpleaños estamos a punto de celebrar, nos enseñó perfectamente –ejemplos variados podemos encontrar en los evangelios- a gozar y disfrutar de la rica dieta mediterranea –y, en nuestro caso, la navideña-con los seres queridos que siempre están cercanos y disponibles, especialmente cuando toca conciliar vida personal y laboral. Sin embargo, cuando el dinero “físico” casi ha desaparecido por completo en la vida cotidiana de los ciudadanos de un país, -con filas interminables en los bancos de las ciudades- y, en el medio rural donde algunos nos encontramos, hemos vuelto a eso que un día se llamó “trueque”, o intercambio de productos de primera necesidad…aparecen en mi interior algunos interrogantes, propios de mi nueva vida africana, ¿Cómo explicar que podremos elegir entre carne o pescado y los diferentes postres típicos de la Navidad? ¿Cómo enseñar a los niños de esta tierra, que los Reyes Magos no son quienes hicieron universal el mensaje de salvación a toda la humanidad, sino que son los que dejan regalos a todos los que se han portado bien durante el año?

…y algunos estaréis pensando, pero ¿es posible entonces vivir y celebrar la NAVIDAD en un pequeño lugar de África como es Dandanda? Y la respuesta la encontramos en la misma esencia de la encarnación del Hijo de Dios, que quiso nacer pobre y, en un lugar, pequeño y olvidado, donde solamente unos pocos pastores supieron comprender- guiados por la estrella- que Dios había optado por compartir su vida con toda la humanidad.

Navidad es la celebración de la Vida que se abre camino en medio de las dificultades, tensiones y problemas, que nos impiden descubrir la presencia cariñosa de este Dios, hecho niño, por amor a todas sus criaturas. Todos nosotros hemos recibido el don y la gracia de vivir o de no vivir este “regalo de amor”, dado gratuitamente y sin contraprestación alguna.

Termino con unas palabras tomadas prestadas del Papa Francisco,

“ Eres Luz de Navidad…cuando iluminas con tu vida, el camino de los demás”.

¡¡Feliz Navidad a todos los que hacéis posible “Iglesia en Aragón”!!