Un rastrillo para practicar la misericordia

Rocío Álvarez
28 de octubre de 2018

El XXXII Rastrillo Aragón de la Fundación Federico Ozanam despliega sus estands otro año más, del 26 de octubre al 4 de noviembre, de 11.00 a 21.00 horas, en la Sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza.

Fernando Galdámez es presidente de la Fundación Federico Ozanam desde 2015.

El origen

Todo comenzó en el siglo XIX con el beato Federico Ozanam. Él era profesor universitario en la Sorbona y, un día, los estudiantes le echaron en cara que “mucho hablar de fe, pero los pobres están abandonados”. Aquel reproche le marcó porque le pareció verdad. Así que, desde entonces, empezó a dedicarse a los pobres de París y acabó montando las Conferencias de San Vicente de Paul. Estas conferencias se extendieron por todo el mundo, también en Zaragoza.

Del fervor y pasión por los necesitados que despertaban esas conferencias en esta ciudad, un grupo de mujeres decidió montar un rastrillo en 1987 para financiar la construcción de una residencia de ancianos en un solar de María de Huerva. “Desde entonces -cuenta el presidente de la Fundación, Fernado Galdámez- el rastrillo ha evolucionado mucho. Al principio, todo era más casero, más humilde. Los objetos de venta venían de donaciones. Ahora, una gran parte de lo que se vende en el rastrillo hay que adquirirlo en el mercado”.

La Fundación llegó más tarde que el rastrillo. “Las conferencias tenían muchas ideas, tenían actividad -explica Galdámez- pero las mujeres de Zaragoza creían que les anquilosaba mucho el sistema de decisión de las conferencias, estaba muy centralizado en Madrid. Por eso, crearon la Fundación Federico Ozanam, para conseguir un funcionamiento más ágil”.

El trabajo que hay detrás

La Fundación moviliza a mil voluntarios, de los cuales 900 son solo para el rastrillo. “En el rastrillo -afirma Galdámez-, se está trabajando todo el año: se revisan todos los juguetes, que estén todas las piezas de los puzles, se recomponen las muñecas, se plancha la ropa, se clasifican los libros, se fabrica bisutería…”. Además, con cada rastrillo, la Fundación se pone un objetivo. Este año consistirá en completar el del año pasado: la ampliación de zonas de expansión para los ancianos de la residencia de Santa Isabel.

Sin embargo, Fernando Galdámez aclara que “la Fundación es conocida porque tenemos ocho residencias de ancianos con 629 plazas, pero hacemos muchas más cosas. Trabajamos con 650 chicos, dándoles un apoyo educativo. También asistimos a 691 familias que necesitan atención psicológica, material y una reinserción social. Después, tenemos en varios pisos a jóvenes en proceso de emancipación, atendemos a las mujeres víctimas de violencia, tenemos una residencia en Torrevirreina para los sintecho, gestionamos más de 300 viviendas con alquileres sociales, contamos con una agencia de colocación con la que el año pasado se consiguieron mas de mil contratos…”.

Estar al frente de esta institución, ¿qué supone para su presidente? “Para mí es una gran satisfacción”, responde Galdámez, quien destaca que “todas las personas son buenas y nos aflige cuando vemos a otras igual que nosotros, creadas a imagen de Dios como tú y como yo, que lo están pasando mal. Es una gran satisfacción poder echar una mano y poder ejercitar la bondad que todos tenemos”.

Una llamada a salir de casa

Galdámez lo tiene claro: “Yo animaría a todo el mundo a que salga de su casa y que participe activamente a lo largo del año en alguna ONG o actividad de ayuda a los demás, que den tiempo y cariño. Y, si quieren pasárselo bien, encontrar cosas curiosas y a buen precio, que vengan al rastrillo. Así estarán contribuyendo a ayudar a la gente que lo necesita”.

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