Sor Catalina del Divino Corazón ha cumplido cien años. Los últimos 37 ha vivido su vocación en el Monasterio de las Clarisas de Monzón, donde el 23 de abril celebraron la efemérides. El obispo, Ángel Pérez, presidió la eucaristía con la que la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara de Monzón dio las gracias por un verdadero regalo de Dios: el cumpleaños centenario de una monja que supo «vivir sin propio».

El capellán de la congregación y el párroco concelebraron la misa en la que
el obispo fue desgranando algunos de los rasgos de esta mujer «inteligente, virtuosa, rezadora, abierta y creativa», que es un referente para la comunidad montisonense. A ella llegó en 1984, procedente de su monasterio de origen en Cantalapiedra (Salamanca), y «dios bendijo su entrega y donación incluso con vocaciones, de las que fue maestra de novicias y abadesa». Sor Catalina impulsó de forma sorprendente el culto y la liturgia, así como la vivencia del carisma «hasta llegar a grandes cimas». Las hermanas expresaron su gratitud y agradecimiento a quien «nos ha enseñado y nos ha mostrado con su ejemplo cómo se es Hermana Pobre de Santa Clara».