Romain Berthelot: “Hay que soñar que es posible el cambio. Un joven que no sueña es un jubilado”

Rocío Álvarez
15 de abril de 2018

Romain Berthelot es un joven francés de la comunidad Chemin Neuf que reside en la Cartuja Aula Dei de Zaragoza. Asistió, junto a trescientos jovenes del mundo, a la reunión presinodal que tuvo lugar en Roma del 19 al 24 de marzo. Hablamos con él para abordar su paso por el presínodo, sus impresiones, aportaciones y experiencias recogidas. ¡Somos todo oídos, Romain!

Romain Berthelot vive en la Cartuja Aula Dei de Zaragoza y es seminarista de la comunidad Chemin Neuf.

¿Cómo fuiste elegido para participar en el presínodo? La Conferencia Episcopal Francesa pidió a la comunidad Chemin Neuf que enviara a un miembro suyo y me eligieron a mí. Soy religioso y seminarista de esta comunidad. Cada país, a traves de su conferencia episcopal, envió al presínodo a diferentes jóvenes -religiosos, seminaristas, miembros de movimientos, incluso a ateos y creyentes de otras religiones- buscando la mejor y más completa representación de su juventud.

¿Cómo te preparaste con anterioridad? Mi experiencia con los jóvenes se remonta a 2012, fecha en la que empecé a hacerme cargo de la mision de evangelización con los jóvenes. Por otro lado, todos los franceses que íbamos a participar en el presínodo tuvimos una reunión por Skype junto con el obispo auxiliar de Burdeos, Mons. Bertrand Lacombe, para presentar los diferentes documentos y comentar los temas que se iban a tratar.

¿De qué forma interviniste en la reunión presinodal? Los más de 300 jovenes que participamos en esta reunión nos divimos en grupos de entre 12 y 14 personas y tratamos 15 preguntas divididas en tres secciones. Estas preguntas abordaban los ‘Desafíos y oportunidades de los jóvenes en el mundo actual’, la ‘Fe y vocación, discernimiento y acompañamiento’ y ‘La acción educativa y pastoral de la Iglesia’.

Respondimos las preguntas en un día y medio y redactamos una sintesis, que unida a las de los demás grupos sirvieron para conformar un síntesis global. La mañana del jueves 22 de marzo tuvimos una asamblea plenaria y cada grupo ofrecía un punto a favor y otro en contra de esa síntesis. Una vez escuchadas todas las aportaciones, se revisó ese primer borrador y se publicó el definitivo que ya puede encontrarse en internet: https://goo.gl/rbuatr

¿Cual fue tu aportación sobre este primer borrador? Como puntos a favor destaqué la idea de una Iglesia abierta, visionaria, porque debemos ser una Iglesia que sale a las personas, que coge la iniciativa en un mundo pagano. Una Iglesia tambien inclusiva, que acoge a las personas aunque estén alejadas del camino. Sin embargo, eché en falta una mención especial al Espíritu Santo y a los carismas. El Espiritu Santo es esencial para una Iglesia que quiere vivir más su aspecto de evangelización.

¿Qué temas destacados salieron a relucir? Los jovenes reconocen que hay una sed, una búsqueda de sentido existencial. Sin embargo, para muchas personas, la Iglesia está en otro mundo, no hay conexión con el joven de hoy.  También se habló mucho de las redes sociales y de la oportunidad inmensa que son. Por otro lado, los jóvenes han hablado mucho de ser acompañados y de tener responsabilidades. Hay un deseo por parte de los jovenes de querer ser líderes, parte de la iglesia. Se habló de la vocacion y de que no solo existe la religiosa. Todos tenemos una vocación, una llamada personal del Señor.

¿Con qué luz te quedas de esta experiencia? Para nosotros ha sido una experiencia increíble, como se recoge al final del documento del presínodo: “Hemos estado muy emocionados al ser tomados en cuenta por la jerarquía de la Iglesia y sentimos que este diálogo entre la ‘joven’ y la ‘vieja’ Iglesia es un proceso vital y fecundo de escucha”. El Papa también ha estado brillante, nos ha hecho reír y por su forma de hablar parecía el más joven de todos.

¿Cómo conseguir el compromiso de los jóvenes en una vida de fe? La fraternidad, el servicio y el acompañamiento son tres elementos  muy importantes. También la responsabilidad, es decir, hacer crecer por el servicio al joven; y vivir un encuentro personal con Jesús. Esto último es lo que cambia radicalmente la forma de vivir.

¡Qué importante es orar y desear! Hay que soñar que es posible el cambio, la conversión. Como decía Francisco, un joven que no sueña es un jubilado. También los viejos tienen sueños, es posible trabajar juntos. Como cita Joel 3,1, “después de esto, yo derramaré mi espíritu sobre todos los hombres: sus hijos y sus hijas profetizarán, sus ancianos tendrán sueños proféticos y sus jóvenes verán visiones”.

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