Pascual Jiménez: “Los gitanos somos cristianos de verdad, para Dios no hay razas ni diferencias”

A punto de cumplir 89 años, Pascual Jiménez Jiménez entra por la puerta acompañado de su hijo. Le sobran energías para acceder a la entrevista y relatar su experiencia de servicio a “gitanos y payos”, como él dice. Patriarca de la pastoral gitana en España y laico zaragozano comprometido en multitud de movimientos y asociaciones (Acción Católica, Cursillos de Cristiandad, Cofradía de la Piedad y Santo Sepulcro, Caballero del Pilar, Hermandad del Refugio, etc.), ha sido embajador en la peregrinaciones de gitanos a Roma. Este es un breve resumen de su vida apostólica en medio del mundo.

Pascual Jiménez ha contribuido a mejorar las condiciones de vida del pueblo gitano de Zaragoza y España.

¿Cuáles fueron sus comienzos en la pastoral gitana? Aquí en Zaragoza empecé con la pastoral gitana recorriendo todas las parroquias y todos los pueblos, con el apoyo y aprecio de los curas y arzobispos. Muchas veces los llamaba para que vinieran a la iglesia de San Nicolás (Zaragoza), donde hacíamos reuniones, y siempre venían encantados. Allí hicimos mucha labor con el banco de alimentos, traíamos alimentos para los gitanos y payos que no tenían trabajo. Porque yo he trabajado para ayudar a todos: gitanos y payos.

Su sensibilidad con las necesidades del pueblo gitano le ha llevado a dedicarles la vida. Empecé trabajando diez años en el campo y después en construcción. Mi empeño era encontrar trabajo para otros gitanos y muchos lo consiguieron en la construcción. También nos ha pesado mucho en el corazón que nuestros niños acababan abandonando la escuela. Iban pero no se sentían bien acogidos y dejaban de ir. Yo luché por que salieran adelante cuatro colegios en el barrio del Boterón (zona de la Magdalena) y así pudieron ir los niños gitanos y aprender a leer y escribir. Estuve muy activo en la ciudad, ya que fui miembro de la Asociación Ciudadana de Zaragoza y también, gracias al partido político al que pertenecía y pertenezco, me nombraron presidente del distrito 1. Así pude ayudar a que el barrio rural de San Gregorio pudiera contar con una fuente de agua, que no tenía.

Tambien ha sido nombrado embajador de las peregrinaciones de gitanos a Roma. La primera fue en 1965 con Pablo VI. El objetivo era que nos viera en Roma y contarle que los gitanos somos cristianos de verdad, que somos humanos por encima de todo y que todas esas cosas que se decían de nosotros no eran verdad. Todos somos hijos de Dios, para él no hay razas. Siempre he luchado contra la generalización del pueblo gitano. Si uno hace mal, no significa que todos sean así. Entre nosotros aconsejamos al que se porta como no debe, que rectifique, y, si no lo hace, se forma el consejo de ancianos que puede llegar a desterrarlo por mal comportamiento.

Cuéntenos acerca de su labor como patriarca de la pastoral gitana de España. El patriarca es el que se preocupa y dirige la acción religiosa y social de España con los obispos y con los gitanos presidentes de toda España. Yo nombraba varios presidentes que llevaban el tema de lo social, como el trabajo, la educación, la cultura y el bienestar. El tema religioso lo llevaba yo. Viajaba mucho allí donde hacía falta para dar consejos y ayudar a las comunidades gitanas de cada sitio. Fui a Madrid, a Córdoba, a muchos sitios a dar mensajes de amor, unidad y respeto.

¿Cómo vive la fe en comunidad el pueblo gitano? Lo que más rezamos es el rosario. Lo rezamos también para ‘Todos los santos’. Ese día cada difunto gitano tiene su vela y se rezan tres rosarios diferentes. Y cuando se entierran se hace una misa en la parroquia por el difunto.

¿Cómo ha mejorado la vida del gitano en Zaragoza? Ha mejorado porque se van integrando más. La desventaja es que han perdido parte de su identidad. Pero hay más integración y mejor situación social.