Mons. Satué se despidió de la diócesis de Teruel: «con humildad, pido perdón, demos gracias a Dios y sigamos adelante»

Diócesis de Teruel y Albarracín
1 de septiembre de 2025

La Catedral de Teruel se llenó este domingo, 31 de agosto, para despedir al oscense Mons. José Antonio Satué, obispo de Teruel y Albarracín desde 2021, que emprende ahora una nueva etapa como pastor de la diócesis de Málaga. La misa de acción de gracias estuvo presidida por el propio prelado y contó con la presencia del cardenal Santos Abril, natural de Alfambra, así como de numerosos sacerdotes del presbiterio diocesano.

En su homilía, Mons. Satué quiso resumir su ministerio en Teruel y Albarracín con tres palabras: perdón, alabanza y adelante. Con sinceridad, pidió perdón «por aquellas ocasiones en las que no supe estar a la altura de la llamada del Espíritu ni de vuestra generosidad» y añadió: «me pesa en la conciencia haber priorizado, en demasiadas ocasiones, el trabajo de despacho por encima de la presencia en parroquias, grupos y encuentros».

El obispo recordó que su paso por la diócesis ha estado acompañado de cariño y afecto: «Lo que más me habéis transmitido ha sido cariño, mucho cariño». También invitó a dar gracias por lo vivido: «Alabemos al Señor, fuente de todo bien, por lo que hemos podido construir juntos en estos cuatro años; gracias a los talentos que Él ha sembrado en cada bautizado y bautizada».

Asimismo, animó a los fieles a continuar con esperanza el camino emprendido: «No puede paralizaros el hecho de que los últimos obispos de Teruel y Albarracín hayamos permanecido poco tiempo al frente de la diócesis. A pesar de las dificultades, hay motivos sobrados para seguir desarrollando nuestro sugerente Plan Pastoral 2023–2028». Y concluyó con un mensaje de confianza: «Con humildad, pido perdón, demos gracias a Dios y sigamos adelante».

Uno de los momentos más emotivos de la celebración llegó con las palabras de don Alfonso Belenguer, nuestro Vicario General, que expresó su agradecimiento al prelado y no pudo contener la emoción: «aquí siempre su casa y sus amigos […] bendecimos la suerte de haberle conocido, de haberle querido, un regalo para esta diócesis». En nombre de la diócesis, Mons. Satué recibió varios obsequios: cerámica y artesanía con motivos mudéjares y de la techumbre de la Catedral, además de unas gafas “inteligentes”. La ceremonia concluyó con la Salve Rociera cantada por el coro diocesano en la procesión final.

Tras la misa, se celebró un ágape en el claustro y el jardín del Obispado, donde sacerdotes y fieles pudieron despedirse personalmente del obispo en un clima de fraternidad y afecto.

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