Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

«Mi fe es muy sencilla, pero muy resistente»

8 de octubre de 2025

Esta frase no es mía. Ojalá lo fuera. Es de un santo “de la puerta de al lado”

“Las primeras comuniones caen (en España) un 35% en la última década”. (Rev. VIDA NUEVA)

Dos afirmaciones de ‘hoy’ mismo.

La calidad y la cantidad frente a frente.

Claro está que preferimos la calidad; aunque la cantidad disminuya. (Y que no nos ‘consuele’ falsamente que la natalidad haya descendido un montón en España).

Y una tercera afirmación de calidad auténtica, creo: Casi 3.000 adultos bautizados en Pascua, en España (Rev VIDA NUEVA. Nº 3427. 21 sep-3 octubre 2025)

Porque hay catequistas que afirman: la catequesis “No me lo tomo como una clase en la que yo vaya a darles teoría…  Un catequista debe, ante todo, tener ganas de compartir su fe con los niños y transmitirles que Jesús los ama” (Esther Rodríguez – Santa Cruz de Tenerife).

Y fruto de estos-as catequistas que transmiten la fe y de los catequizandos que llegan a una fe “sencilla, pero persistente”, es este testimonio de MIGUEL FELIÚ afectado del sarcoma de Ewing. Sarcoma que viene para quedarse y matar toda esperanza. Pero Miguel no se ha dejado asustar por este cáncer de huesos potencialmente mortal que descubrieron de forma tardía y ya con metástasis en varias partes de su cuerpo. En esta situación, da su testimonio desde la perspectiva de quienes saben mirar la realidad más allá de lo evidente;

“Mi enfermedad y yo no nos llevamos bien. Somos enemigos declarados el uno del otro”.

Después de esta broma, expresión vital de una actitud interior de lucha y de aceptación esperanzada, expresa todos los aprendizajes que un tumor agresivo le ha generado:

Pero, “pudiendo escoger entre vivirlo triste y enfadado o con alegría, opté por lo segundo”.

“Tenemos el poder de transformar lo malo en algo bueno para crecer”.

 “No tengo miedo, pero sí respeto al sufrimiento. La quimio me impresiona mucho porque ya llevo 25 ciclos y lo he pasado muy mal. Por supuesto que hay momentos de dolor y situaciones que no acabas de entender, pero es ahí donde toca darles la vuelta a esos pensamientos”.

Cuando le diagnosticaron la enfermedad tenía 17 años. Hoy con 23 años afirma: “Siempre he estado tranquilo y con buen humor, pero mis padres no se lo acababan de creer y pensaban que hacía el payaso para alegrarlos. En el fondo, estaba aplicando lo que ellos me habían enseñado: afrontar los problemas de cara, sabiendo que hay decisiones que no puedes controlar”.

 “También descubrí pronto que si me enredaba en `preguntarme por qué me había pasado a mí, iba a estar permanentemente frustrado”.

“Mi fe es muy sencilla y muy pequeñita, pero muy resistente. Ya le puedes echar encima todo lo que quieras, que al final se mantiene firme”.

“En medio de este trance, he fortalecido mi relación con Jesús, que es una relación de amor; nos queremos un montón y he aprendido a dejarme llevar por Él”.

“He confiado en Dios porque sé que quiere lo mejor para mí”.

“Jesús, no lo entiendo, pero Tú sabes más. Que mi confianza sea mayor que yo”.

Tiene su cuenta en Instagram con 22.000 seguidores, y confiesa lo que les dice:

“Les hablo de la fe porque es lo más grande que he tenido y que tengo, y que, probablemente, es lo que me ha salvado la vida, porque me ha dado una paz y una tranquilidad ante la adversidad que de otro modo no tendría. Simplemente intento que puedan experimentar lo mismo que vivo yo.”

No es, por todo, de extrañar que sea un defender del “poder de la sonrisa. Al final hemos venido al mundo a ser felices, a vivir con alegría y a que los demás puedan disfrutarla”.

Ahí queda eso. Calidad, calidad, calidad…

 

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