Opinión

Ángel Calvo Cortés

Hacia una Iglesia Sinodal

Nuestras misas necesitan aire fresco

1 de diciembre de 2025

A los 34 años de la reforma conciliar, el conocido teólogo, Casiano Floristán, publicó, en la revista Selecciones de Teología (julio, 1998), un artículo titulado ¿Por qué la liturgia no llega al pueblo? En el escrito, se constata cómo el entusiasmo inicial por la reforma acabó en desencanto para las personas más formadas y para los ambientes más evangelizadores, al publicarse en los años 70 los nuevos libros litúrgicos. En los años 80 vino el estancamiento. La liturgia vive divorciada de la cultura; las ceremonias van por un lado y la devoción de los fieles por otro. Todavía se ven personas rezando el rosario mientras “oyen misa”. Es curioso que, en los países africanos, el culto católico esté más inculturado que en la Europa teóricamente cristiana dónde la Iglesia intenta seguir viviendo en un mundo caducado y hablando un lenguaje ininteligible que nunca emplearía un periodista..

Es evidente que la liturgia de la misa hace años que no funciona. Esto es muy grave porque para la inmensa mayoría de los católicos practicantes es el único alimento espiritual que recibe su fe. Pensemos la cantidad de jóvenes que lo único que han conocido es esa misa que les aburre, de “siempre lo mismo”, “que no llega al pueblo”, la del “precepto dominical”.

El Misal Romano prohíbe al celebrante cualquier cambio y mantiene a los asistentes mentalmente distanciados de la vida real y en una actitud pasiva ante unos ritos que no transmiten ningún significado por sí mismos, sino que precisan explicación. Son como un chiste que necesita que expliquemos dónde está la gracia.

En 2012, el entonces sacerdote Robert Prevost (hoy León XIV) decía que “evangelizar hoy implica reorientar la atención del público desde el espectáculo hacia el misterio”. Recientemente, el cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, declaraba que la investigación académica ha dejado claro que muchas adaptaciones litúrgicas han transformado la estética y el significado de la liturgia, «haciendo que ésta fuera más un espectáculo que la participación activa de todos los bautizados para que se formen para unirse a la acción salvadora de Cristo crucificado».

En la Síntesis diocesana sobre el trabajo sinodal, que la diócesis de
Zaragoza aprobó en mayo de 2022, se expresa el deseo de una manera renovada de celebrar la fe, especialmente la de la eucaristía dominical (subrayando el domingo como día del Señor) para que sea más participativa, entendible, dinámica, con unos lenguajes, vestimentas, símbolos y gestos más cercanos a la vida de los que celebran, en particular de niños y jóvenes, con participación de las familias y con el uso de las nuevas tecnologías cuando sean necesarias. Repensar las homilías: breves, entendibles, cercanas, ligadas a la vida de la gente.

Actualmente, se palpan la necesidad, la inquietud general y los deseos. Se hace lo que se puede, pero, las altas instituciones encargadas de la Liturgia no acometen ninguna medida seria y fundamentada de inculturación. Habrá que hacer más sonora esa necesidad que sentimos

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