Del ”siempre ha sido así”. Para renovar.
De la rutina. Para ‘saber vivir’.
De la comodidad. Para avanzar.
Del creernos ‘superiores’. Para ser y sentirnos iguales.
De la indiferencia ante el otro. Para hermanarnos.
Del afán de posesión. Para compartir.
De la tristeza. Para gozar con serenidad alegre.
Del egoísmo. Para la generosidad.
De la autosuficiencia. Para dejarnos ayudar.
De la cerrazón. Para abrirnos al diálogo.
Del yo-yo-yo. Para ser un ‘nosotros’.
Del pesimismo. Para aportar esperanza activa.
De la ideología excluyente. Para la pluralidad enriquecedora.
Del mirar para otro lado. Para acercarnos al que sufre, al necesitado.
De estar siempre ‘de pie’ ante el otro. Para bajarnos ante el que está caído.
De la superficialidad. Para buscar la profundidad y el sentido de la existencia.
De la indiferencia ante la naturaleza, ante la creación. Para cuidarla, agradecerla, defenderla.
Del malgastar y tirar comida con tantas personas hambrientas. Para comulgar con ellas y compartir con imaginación y generosidad. Siempre se puede de mil maneras.
De la venganza. Para el perdón.
Del enfrentamiento violento. Para la reconciliación.
Del ‘pasar de largo’. Para ser ‘samaritano’.
De la envidia. Para alegrarnos de los dones que tiene ’el otro’.
Del reproche. Para acompañar en la ayuda fraterna.
De la acusación. Para la misericordia.
Del enfrentamiento. Para la pacificación.
De las espadas. Para los ‘arados’ del trabajo.
De las lanzas. Para las ‘podaderas’ del mal.
De la oscuridad. Para caminar a `la luz del Señor’.
“Ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca; dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz. Andemos, pues, en pleno día, con dignidad”. (Rom 13,11-13. Segunda lectura. Domingo 1º de Adviento ‘A’).
