Me voy a prepararos sitio

Pedro Escartín
1 de noviembre de 2025

Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio de Todos los Santos y Fieles Difuntos – (1-2 /11/2025)

En este fin de semana Dios nos otorga “celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos”, como expresa la liturgia de la Iglesia, y hacemos memoria de los que ya han sido llamados por Dios a su Reino después de haberle sido fieles mientras vivieron en este mundo. Son dos motivos de oración y de consuelo estrechamente relacionados entre sí, que el pueblo cristiano ha mantenido a lo largo de los siglos. Pero en los últimos años la fiesta cristiana parece colonizada por el “Halloween”, una especie de juego de origen pagano, que poco tiene que ver con la seriedad del morir y con el consuelo de la esperanza cristiana…

– ¿Qué piensas tú, Jesús, de este “run-run” que me bulle en la cabeza? -le he preguntado después de contarle lo que venía pensando mientras me acercaba a la cafetería-.

– ¿No pretenderás tenderme una trampa como los fariseos cuando me preguntaron si puede uno repudiar a su mujer…? -me ha dicho sonriendo amigablemente-.

El camarero nos ha acercado los cafés que yo había pedido y después de tomar un sorbo, he dicho:

– Bien sabes que no. Te lo pregunto porque me preocupa el que con tanto disfraz y tanto “truco o trato” vayamos arrinconando a los santos y nos olvidemos de rezar por nuestros difuntos.

– Haces bien en preocuparte por eso. Vuestros padres en la fe empezaron a venerar a todos los santos cuando dedicaron el Panteón romano a Santa María y a todos los mártires. Y san Odilón, abad del monasterio de Cluny prescribió a sus monjes que, al día siguiente de Todos los Santos, hicieran memoria de los difuntos y orasen por ellos. Son unos motivos muy dignos que hacéis bien en no dejar que caigan en el olvido.

– Pues al paso que vamos, no estoy seguro de que eso no ocurra -he dicho apesadumbrado-.

– No te sientas derrotado antes de hora -me ha advertido. Y, después de tomar un sorbo de café, ha continuado: – De vosotros, los cristianos que vivís en este tiempo revuelto (siempre serán tiempos revueltos mientras el pecado esté presente) depende el que olvidéis o mantengáis en la memoria aquellas “bienaventuranzas” que proclamé en la montaña y han hecho que muchos sean santos. Hoy las has escuchado en el Evangelio (Mt 5, 1-12). Son el carnet de identidad de los “santos de la puerta de al lado de vuestra casa”, como decía Francisco, mi Vicario en la tierra. Su sucesor, León XIV, ha dejado constancia, en su primera exhortación, del impresionante catálogo de hombres y mujeres de todos los tiempos que, con verdadero heroísmo, han vinculado la fe con el cuidado de los pobres, de los enfermos, de los cautivos, de los migrantes, de los últimos…

– Ya que citas el Evangelio de las bienaventuranzas, no quiero pasar por alto el Evangelio de la Misa de la conmemoración de los Difuntos (Jn 14, 1-6). Me he sentido consolado al oír que dijiste: «Cuando os haya preparado un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros». Si recordara que me estás preparando en tu reino una habitación cerca de ti y de mis seres queridos, no me preocuparía la oscuridad de la muerte.

– Ni tendríais que recurrir a los disfraces y juegos del “Halloween” para edulcorar un paso que es inevitable, pero esperanzador. ¿Recuerdas que al morir, cuando mi alma ya quedó en paz, dije: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»?

 

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 1-12)

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Palabra del Señor.

Lectura del santo Evangelio según san Juan (14, 1-6)

«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también el mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».

Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Palabra del Señor.

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