Por Rosaura Albero, Acción Católica General de Teruel y Albarracín
Hace unos meses llegó la penúltima crisis a este cambio de época en que nos toca vivir. Pero las crisis también ofrecen oportunidades de crear algo nuevo. Y ese debe ser el reto del trabajo de los laicos hoy y siempre: hacer vivo el Evangelio. No existe mayor revolución. ¡Humanicemos el mundo!: fraternidad y comunidad frente al individualismo; gratuidad frente al interés egoísta; discernimiento frente a los condicionantes del ambiente; contra el miedo, esperanza; contra el hedonismo, servicio… Más escucha, más acogida, más acompañamiento… Y todos a una, “para que el mundo crea”.

¿Cómo hacerlo? Personalmente, mirando con la mirada de Jesús para estar próximos a los que tenemos al lado. En comunidad, poniendo en marcha acciones concretas, en comunión, desde la parroquia, que debe volver a ser sentida como “la fuente de la aldea”. Hace falta tejer planes, pero sin olvidar que lo ordinario es lo extraordinario que puede crear una sociedad nueva más humana, como Dios quiere.