Los habitados. Tercera historia de injusticia

Los “tiradores”, los inhabitables y, ahora, los habitados. Tres historias de una misma injusticia.

Sí, esos países africanos de donde reclutaron a los ‘tiradores’ para las guerras europeas, que se han convertido en inhabitables para sus hijos, son países ‘habitados’ por otros intereses, por otros países, por multinacionales sin entrañas. Nos sigue proporcionando datos José Carlos Rodríguez.

Hay otros países africanos donde se realizan esfuerzos por atraer inversión extranjera, la cual en teoría podría crear empleo. Pero -y nos pone el ejemplo de otro país africano, Gabón- muchas veces las compañías que vienen para, por ejemplo, explotar recursos naturales como el petróleo o el gas, crean pocos puestos de trabajo porque generalmente se traen a prácticamente todo el personal que necesitan, y no solo de cuadros técnicos muy cualificados, sino de simples peones de construcción o de personal que en general realizan tareas auxiliares. Y tampoco suelen favorecer la actividad de pequeñas empresas como carpintería, fontanería o mecánica porque no es raro que se traigan de sus países de origen hasta el último tornillo que necesitan para sus proyectos.

Y, peor todavía, ciertos inversores -como por ejemplo los chinos- no solo no crean puestos de trabajo, sino que a base de traer productos manufacturados de bajo precio (y peor calidad) a menudo destruyen las pocas empresas locales que se encuentran en África. Eso, por no hablar del enorme daño medioambiental que causan con muchas de sus explotaciones de recursos naturales.

En Uganda, otro ejemplo, cuando llegaron los chinos en tropel en los años 90, las empresas textiles del país acabaron cerrando al no poder soportar la competencia que les hacían las telas de colores africanos fabricadas en China y que ofrecían a un precio mucho más bajo.

Así se entiende que pensadores africanos, técnicos de Organizaciones No Gubernamentales, expertos en desarrollo solidario… estén ´pidiendo otro modo de colaborar con África. Especialmente en lo que se refiere a los gobiernos de los países enriquecidos y a las multinacionales. Se trata de dejar de considerar a África sólo como un espacio de beneficios para ‘los que ayudan’ y colaborar solidariamente con los proyectos que los mismos países, según sus necesidades, promueven y gestionan. Que no se ‘ayude’ desde el interés, sino que se colabore desde la solidaridad para un desarrollo y progreso compartido, en el que todos saldríamos beneficiados: la necesidad de emigrar iría disminuyendo en los países empobrecidos y la emigración volvería a ser una posibilidad libre del espíritu inquieto de la persona humana. Sin este cambio de visión, seguiremos teniendo un continente africano exportando legítimamente a millones de personas, nos advierten los que piensan con la cabeza y con el corazón.

África es el continente que tiene la población más joven del planeta. Sus jóvenes cada vez tienen más expectativas pero muy pocas posibilidades de satisfacerlas. La primera responsabilidad de asegurar un futuro digno de un ser humano a los jóvenes africanos corresponde a sus propios gobiernos. Es una pena que, como dice el cardenal de Abuya, muchas veces sean sus propios dirigentes lo que conviertan a sus países en “inhabitable” para sus ciudadanos más jóvenes. Con la colaboración complaciente de gobiernos y empresas que se aprovechan ‘ayudando’ a los países africanos.

Es muy justo y oportuno buscar la forma de crear mejores condiciones de vida para esos países de donde más provienen los migrantes, porque eso es atacar de raíz el problema. Ningún muro detiene a quienes huyen del hambre y la inseguridad. Por eso, es muy loable invertir recursos para generar empleos y seguridad en sus propios países. Siempre que se busque el verdadero progreso de los pueblos y no el enriquecimiento de los que ‘ayudan’. Hay otros modos de colaborar por medio de otros organismos ni gubernamentales ni empresariales, sin duda más lentos, pero mucho más solidarios y más eficaces de cara al futuro.

Termino repitiendo: Estamos ante hechos, datos. Personas concretas. No es ideología. Ni moralismo barato. Información que forma y no deforma.

Hoy sí termino con los cuatro verbos -actitudes y hechos- que repite constantemente Francisco en relación con los emigrantes que se nos acercan: «Acoger, proteger, promover, integrar y celebrar. ¡La lucha es todos los días!«.

Y con dos testimonios. Desde dos orillas diferentes.

Ante las manipulaciones sociales que se hacen sobre la realidad, ¿cómo podemos defendernos? “Es difícil, muy difícil; en las pasadas elecciones, la empresa de seguridad Protect Global lanzó una campaña para desmentir los bulos contra los emigrantes por medio de datos (como, por ejemplo, que sólo el 16% de los robos en España son cometidos por extranjeros). Una gran iniciativa, pero insuficiente, porque la desinformación es tan contagiosa como el ébola”. (Rosa Montero. Borregos mentirosos. EL PAIS – 9 junio 2019).

De nuevo el Arzobispo emérito de Tánger: “Nuestra sensibilidad amaestrada y selectiva no toleraría que en esas cuchillas (Las concertinas de Ceuta y Melilla) se desangrase un ave o un perro. Pero si es un emigrante, hemos interiorizado que es un nadie: un “sin necesidades”, un “sin derechos”, un “sin cuerpo”; así es que no lo protegen ni siquiera las sociedades protectoras de animales”. (Santiago Agrelo. Religión Digital – 15 junio 2019)

 

[1] Texto elaborado a partir de José Carlos Rodríguez Soro: “Jóvenes africanos en países ‘inhabitables’”. Religión Digital – 17.05.2019