“Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo”
1.- Oración introductoria.
Señor, todos los días la prensa nos habla de muertes, violencias, guerras, asesinatos. Las malas noticias nos agobian. Por eso yo quiero venir hoy a Ti a escuchar tu evangelio, tu buena noticia. Y tú me la das cuando me dices que “nuestra tristeza se convertirá en gozo”. Aunque tengamos que sufrir, pasarlo mal, no es más que “un poco”. La Buena noticia que hoy me das es que “esta tristeza” será pasajera y “la alegría que me espera será eterna”.
2.- Lectura reposada del evangelio. (Jn 16, 16-20)
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?». Y decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir». Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándome acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo».
3.- Qué dice el texto.
Meditación-Reflexión: Jn 16, 16-20
“Me voy al Padre”. Para los discípulos, incluso para nosotros hoy, puede ser una de tantas frases del evangelio, más teórica que práctica, porque no conocemos al Padre. “Nadie conoce al Padre sino el Hijo” (Mt. 11,27). Pero Jesús que ha vivido durante toda la eternidad en el corazón de Dios, ha experimentado el “éxtasis de amor con el Padre”, sabe dónde va, y se llena de gozo por estar ya inminente su retorno. Por eso, aun en medio del dolor y sufrimiento que se le viene encima, se llena de alegría, hasta exclamar:” Ardientemente he deseado celebrar esta Pascua con vosotros”. Y Pascua es “paso”. El paso de la tierra al cielo; del mundo de los hombres al mundo maravilloso de su Padre Dios. En realidad, Cristo ha vivido entre nosotros como un “exiliado” porque su verdadera patria es el cielo donde está su Padre. Pero ha sido un exilio voluntario y por amor. “Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y voy al Padre” (Juan 16,28). Salió del Padre él solo, pero ahora este Hijo retorna al Padre con todos nosotros. Por eso no dice: me voy a mi Padre, sino me voy al Padre. El sueño del Padre era enviar a su Hijo para hacernos a todos hijos suyos. Ahora que retorna al Padre, el gozo de Dios es que seamos felices con Él por toda la eternidad. Lo que nos toca sufrir en este mundo es “un poco” en comparación con lo que nos espera gozar con Dios para siempre. “Desaparecerá la sombra, la tristeza, porque habrá desaparecido la muerte que la proyectaba. Y al corazón de los discípulos volverá la alegría porque volverán a ver al Señor: el Señor volverá a estar junto a ellos. Para ellos y para nosotros, a Cristo Jesús lo hace presente el Espíritu de Dios, y la fe nos sumerge en la alegría de esa presencia”. (Fr. Agrelo)
Palabra del Papa.
“Jesús, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: «volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría». Son palabras que indican una propuesta rebosante de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre. Plantearse el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, porque orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, que tanto ha amado Dios, a dedicarse a su desarrollo, pero siempre con la libertad y el gozo que nacen de la fe y de la esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar la realidad terrena, sintiendo que Dios nos prepara un horizonte más grande, y a repetir con san Agustín: «Deseamos juntos la patria celeste, suspiramos por la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo». Queridos jóvenes, os invito a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Esto os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras opciones y a dar calidad a vuestra existencia”. (Santo Padre emérito Benedicto XVI)
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Guardo silencio)
5.- Propósito: En algún momento del día me sorprenderé a mí mismo diciendo: El Padre de Jesús es mi Padre y me ama.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Al acabar esta oración, mi corazón rebosa de gozo. El Padre, al darme a su hijo Jesús, me ha enriquecido con toda clase de bienes. Jesús se ha ido al cielo a prepararnos sitio porque es voluntad de su Padre Dios que estemos con su Hijo en el cielo para siempre, ¡Gracias, Dios mío, por tanto amor!