Lectio Divina: 30 de abril de 2022

«Soy yo. No temáis»

1.- Oración introductoria.

Señor, yo que vengo a orar por la mañana, me doy cuenta de que muchas veces estoy, como los discípulos, en el “atardecer”. Se va la luz, llega la noche con su oscuridad y me da miedo. Sí, Señor, te lo confieso: tengo miedo a la vida y, sobre todo, tengo miedo a la muerte. Pero tu palabra me ensancha el corazón cuando hoy me diriges a mí las mismas palabras que a los apóstoles: “Soy Yo, no tengáis miedo”. Si Tú eres la Verdad, no tengo miedo a la mentira; si Tú eres la Luz, no tengo miedo a la oscuridad; si Tú eres la Vida, no tengo miedo a la muerte. Gracias, Jesús, “el quita-miedos”

2.- Lectura reposada del evangelio: Juan 6, 16-21

Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero él les dijo: «Soy yo. No temáis». Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.


3.- Qué dice el texto.


Meditación-reflexión

Este texto parece indicarnos la situación de los apóstoles (también la nuestra) cuando Jesús no está. Usa tres frases: “Bajan a la orilla del mar”.  En aquel tiempo el mar era considerado como símbolo del mal. Allá está Leviatán, ese monstruo marino que es una constante amenaza contra la vida de las personas. Es una fuerza malévola.  Sin Jesús la vida resulta “un mar de amargura”. “Había ya oscurecido”. Sin Jesús, que es la Luz, la tierra se llena de oscuridad y de tinieblas. Es la total desorientación. Sin Jesús el hombre está totalmente perdido. “Soplaba un fuerte viento”. Una barca, azotada con un fuerte viento, amenaza con la destrucción y la ruina. Y ¿Qué pasa cuando aparece Jesús? Viene la calma. Con Jesús las fuerzas del mal tienen que ceder. Con Jesús viene la luz, y con la luz, la orientación, el sentido de la vida, la alegría. Jesús se pone en medio de nosotros y nos dice: “Soy yo. No tengáis miedo”. Con Jesús desaparecen los miedos, las angustias, las zozobras. Con Jesús recuperamos el derecho a ser felices.

Palabra del Papa

“Pregunta del presentador: ¿Qué mensaje le quiere decir Francisco a estos cinco chicos que lo escucharon y a todos los miles de niños de todo el mundo que están siguiendo ahora esta comunicación? ¿Qué mensaje les quieres dar a todos? R. Una cosa que no es mía –Jesús la decía muchas veces–: “No tengan miedo”. Nosotros en mi país tenemos una expresión que no sé cómo la traducirán en inglés: “No se arruguen”. No tengan miedo, vayan adelante, tiendan puentes de paz, jueguen en equipo y hagan el futuro mejor porque acuérdense que el futuro está en las manos de ustedes. Sueñen el futuro volando, pero no olviden la herencia cultural, sapiencial y religiosa que les dejaron sus mayores. Adelante y con valentía. Hagan el futuro. (S.S. Francisco, palabras con motivo del lanzamiento de la Plataforma de Scholas, 5 de septiembre de 2014)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto meditado (Silencio)

5.- Propósito. Hoy daré gracias al Padre por habernos hecho el regalo de su Hijo.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy quiero decirte con San Pedro: “Si nos apartamos de ti, ¿adónde iremos?” Es bueno sentirnos perdidos sin Él. Es bueno experimentar que, si no está Jesús en nuestra vida, quedamos desnortados. Es como si nos faltara el aire para respirar, el agua para beber, el suelo para sostenernos, el sol para iluminarnos y darnos calor. Gracias por haber venido a nuestro mundo. Si te hubieras quedado en el cielo ¿qué hubiera sido de nosotros?

ORACIÓN POR LA PAZ.

«Señor Jesús, Príncipe de la Paz, mira a tus hijos que elevan su grito hacia ti: Ayúdanos a construir la paz. Consuela, oh Dios misericordioso, los corazones afligidos de tantos hijos tuyos, seca las lágrimas de los que están en la prueba, haz que la dulce caricia de tu Madre María caliente los rostros tristes de tantos niños que están lejos del abrazo de sus seres queridos. Tú que eres el Creador del mundo, salva a esta tierra de la destrucción de la muerte generalizada, haz que callen las armas y que resuene la dulce brisa de la paz. Señor Dios de la esperanza, ten piedad de esta humanidad sorda y ayúdala a encontrar el valor de perdonar». (Parolín, Secretario del Estado Vaticano)

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