Lectio Divina: 23 de septiembre de 2020

Los envió a proclamar el Reino de Dios

1.- Introducción.

Señor, tus palabras son demasiado claras como para querer tergiversarlas. Nos pides desprendimiento total y confianza en las personas a quienes vamos a evangelizar. Los sacerdotes amigos del dinero y de las dignidades humanas, normalmente son criticados por la gente. ¿Acaso les ha faltado algo a los sacerdotes desprendidos, sencillos, que se dan gratuitamente al pueblo? Señor, hazme saber que el evangelio siempre tiene razón

2.- Lectura sosegada del evangelio: Lucas 9, 1-6

          En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Es impresionante que Jesús, a la hora de dar normas a sus discípulos para ejercer bien la misión, los quiere ligeros de equipaje: ni alforja, ni pan, ni plata, ni dos túnicas. Incluso en este evangelio de Lucas se quita el bastón, lo único que aparece en el evangelio de Marcos (6,8). Lo más probable es que Jesús les dejara un bastón para defenderse de las fieras del camino. Cuando San Lucas lo quita, significa que ya en las comunidades primitivas el bastón comenzaron a interpretarlo como símbolo de poder. Qué atentos están los evangelistas para ser fieles a Jesús en aquello que consideraba como esencial: la sencillez, la pobreza, el servicio desinteresado. Los evangelistas tienen muy grabada en la retina el gesto de Jesús “lavando los pies  a sus discípulos”. (Jn. 13.1-20). Un Dios que se abaja tanto, que se quita la túnica, que se ciñe la toalla, que seca sus pies, es una estampa tan viva que nunca debería haberse desdibujado, incluso olvidado, en la historia de la Iglesia. Ser radicales es volver a las raíces del evangelio.

Palabra del Papa

Podríamos concentrarnos en las palabras: “pan”, “dinero”, “alforja”, “bastón”, “sandalias”, “túnica”. Y es lícito. Pero me parece que hay una palabra clave, que podría pasar desapercibida frente a la contundencia de las que acabo de enumerar. Una palabra central en la espiritualidad cristiana, en la experiencia del discipulado: hospitalidad. Jesús como buen maestro, pedagogo, los envía a vivir la hospitalidad. Les dice: “Permanezcan donde les den alojamiento”. Los envía a aprender una de las características fundamentales de la comunidad creyente. Podríamos decir que cristiano es aquel que aprendió a hospedar, que aprendió a alojar. Jesús no los envía como poderosos, como dueños, jefes o cargados de leyes, normas; por el contrario, les muestra que el camino del cristiano es simplemente transformar el corazón. El suyo, y ayudar a transformar el de los demás. Aprender a vivir de otra manera, con otra ley, bajo otra norma. Es pasar de la lógica del egoísmo, de la clausura, de la lucha, de la división, de la superioridad, a la lógica de la vida, de la gratuidad, del amor. De la lógica del dominio, del aplastar, manipular, a la lógica del acoger, recibir y cuidar. (Homilía de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Mirar el evangelio de hoy y constatar la cantidad de cosas que me sobran.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Al terminar esta oración, te pido que me des la virtud de la transparencia. Quiero ser sincero con Dios y conmigo mismo. Quiero descubrir lo lejos que estoy de cumplir con el evangelio, lo que me he ido apartando de los sentimientos de Jesús. Y te pido Señor que me ayudes a ajustar mi vida a tu programa y a usar los medios que Tú me indicas para que mi evangelización sea eficaz.  

Oración mientras dura la pandemia.

Dios todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción, concede descanso eterno a los que han muerto por la pandemia del «coronavirus», consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor, glorificando juntos tu santo nombre. Por JNS.  Amén.

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