Lectio Divina: 12 de julio de 2018

1.- Introducción.

Señor hoy me invitas a descubrir el mensaje, el contenido de la misión. Haz que yo hoy descubra vivencialmente que “el reino de Dios está cerca”. Tan cerca que está dentro de mí y, sin embargo, no le reconozco. Haz que yo perciba lo bonito que es vivir a tu lado, sentir como Juan los latidos de tu corazón, y descubrir ahí mismo la ternura y la bondad hacia todos los hombres y mujeres de este mundo.

2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 10, 7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles: Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquel pueblo.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Lo primero que debemos proclamar, según Jesús, es que Dios está cerca, que el amor del Padre se ha desbordado y quiere darse a conocer; que se acabó ya para siempre la religión de la distancia, de la lejanía, del miedo a Dios. Que Dios prefiere hijos que le amen, antes que siervos que le sirvan y le teman. Todos los cristianos debemos hacer un esfuerzo por meternos cada día en esa esfera de intimidad que se metía Jesús cuando “de madrugada, cuando todavía no había salido el sol, se marchó a un lugar solitario y se puso a orar” (Mc. 1,15). La oración en Jesús no es fruto de una obligación, de una exigencia ascética, sino de una gozosa necesidad de estar con el Padre y recibir con los primeros rayos del sol mañanero, su primer beso. El trabajo del día con su esfuerzo y su fatiga, queda suavizado y gratificado con el recuerdo de esa primera y refrescante caricia del Padre al estrenar un nuevo día. Por otra parte, el trabajo es excelente: quitar sufrimiento a la gente, aliviar sus penas, hacer a cada uno la vida un poco más agradable. Y todo para decirnos que “el reino ya ha llegado” y que Dios está empeñado en que seamos felices.

Palabra del Papa

Se siente el peso del ambiente secularizado y a menudo hostil a la fe cristiana. Otro desafío para la proclamación del Evangelio es el hedonismo, que ha ayudado a penetrar la crisis de valores en la vida cotidiana, en la estructura familiar, de la misma manera que interpreta el significado de la existencia. Síntoma de un grave malestar social es también la propagación de cosas tales como la pornografía y la prostitución. Ustedes son muy conscientes de estos desafíos, que desafían a su conciencia pastoral y su sentido de responsabilidad. Esto no debe desalentarles, sino más bien que sea una ocasión para renovar el compromiso y la esperanza, la esperanza que proviene de saber que la noche está avanzada, el día está cerca, porque Cristo resucitado está siempre con nosotros. En las sociedades de África y de Europa no son pocas las fuerzas del bien, muchas de las cuales son parte de las parroquias y se distinguen por un compromiso a la santificación personal y al apostolado. Espero que, con su ayuda, puedan convertirse en células más vivas y vitales de la nueva evangelización. Benedicto XVI, 16 de febrero de 2012.

4.- Qué me dice hoy a mí este texto bíblico ya meditado. (Silencio)

5.-Propósito. Empeñarme en este día en hacer un poco más feliz a las personas con quienes me voy a encontrar en este día.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, qué maravilloso eres, qué bueno, qué grande, qué cercano, qué condescendiente. Con un Dios así da gusto trabajar. Por eso te pido que cada día me empapes del rocío mañanero, que disfrute contigo en la oración, que saque fuerzas para no cansarme nunca de hacer el bien a mis hermanos y quitar de ellos todo lo que les haga sufrir. Que estando a mi lado, la vida se les haga un poco más fácil y placentera.

 

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Autor: Raúl Romero