SANTA MARÍA MADRE DE DIOS
INTRODUCCIÓN
La liturgia del primer día del Año, quiere recordarnos tres temas importantes: María, Madre de Dios, la paz, y el comienzo de un Nuevo Año. El hilo invisible que hace posible unificar los tres temas en uno: el ASOMBRO.
Es asombroso que Dios se haya encarnado en el seno de una mujer, signo de debilidad. Y no es menos asombroso que a este Niño, nacido de mujer, se le denomine príncipe de la Paz. Un Príncipe que no tiene soldados, ni espadas, ni dinero para comprar armas.
Y no deja de ser admirable que, al hombre del siglo XXI, cansado ya de todo, se le invite el primer día del Año a no tirar la toalla, a no ser negativo, a pensar que todavía hay grandes reservas de bien y de ternura en el mundo; que todavía podemos soñar y reír y cantar. Solamente hace falta una cosa: que, como María, sepamos fiarnos plenamente de Dios.
TEXTOS BÍBLICOS
1ª lectura: Num. 6,22-27. 2ª lectura: Gal. 4,4-7;
EVANGELIO
Lc.2,16-21
Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
REFLEXIÓN
1.- ADMIRAMOS A MARÍA, MADRE DE DIOS. El Concilio de Éfeso (431), al definir a María como Madre de Dios, no quiso decir que María fuera la engendradora de Dios, de modo que, sin ella, Dios no hubiera existido. Eso sería la mayor herejía. La idea de María, Madre de Dios, caló muy fuerte en el pueblo llano y sencillo. Y este pueblo constata que, si una mujer de pueblo tiene un hijo superdotado y llega a ser presidente de la Nación, esa mujer será la madre del presidente.
Mientras Jesús estaba en este mundo quiso pasar “como uno más, como uno de tantos”. (Fil. 2,7). Los primeros cristianos, después de la Resurrección de Jesús, dieron a éste el título de KIRIOS, EL SEÑOR, título que dieron los judíos a Dios en el A.T. Y María era la madre de Jesús, el Señor.
¿Cómo recibió María este Misterio? Es una maravilla ver cómo todo el mundo habla y Ella permanece en silencio. “Los ángeles hablan con los pastores, pero Ella guarda silencio. Los reyes llegan, hablan y hacen hablar a toda la ciudad, a todo el Estado, pero María guarda silencio. Simeón y Ana hablan en el Templo, pero María ofrece y entrega a su Hijo en silencio. Tan grande es el poder y la impresión secreta que sobre el corazón de la Virgen ejerce el silencio de Jesús, que la tiene poderosamente ocupada y feliz en su silencio” ((Pedro de Bérulle). “María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón” (Lc. 2,19). Así lo expresaba San Juan de la Cruz; “Una Palabra habló Dios al mundo y se quedó mudo…y en silencio ha de ser oída del alma”.
2.- ADMIRAMOS A JESÚS, NACIDO DE MUJER. La mujer, en aquel contexto histórico, significaba debilidad, fragilidad, inferioridad con respecto al hombre. Por eso se decía: “Cuando nace un varón todo el mundo se alegra; cuando nace una mujer todos se entristecen”. Hay que remontarse al Génesis para saber lo que opinaba Dios de la mujer. Dios creó primero a Adán “del polvo de la tierra”. Y lo sometió a una experiencia de soledad. Estaba solo. Ninguna criatura creada por Dios le podía arrancar de su soledad existencial, hasta el punto que le dio pena a Dios y dijo: “No es bueno que le hombre esté solo. Le daré una compañera” (Gn. 2,18). Y la sacó no de la tierra, sino del corazón de Adán. Al verla quedó extasiado. Milton, en el paraíso perdido pone en boca de Adán esta bella frase: “Di un salto como si mi intención fuera llegarme hasta Él” La intención de Adán era saltar de gozo y agradecer a Dios ese maravilloso regalo. En el plan de Dios, el feminismo es un auténtico camino para llegar hasta Dios. Y Jesús vendrá a este mundo a través de una mujer. ¿Por qué la Iglesia pone tantos reparos al mundo femenino? Sin la presencia de una mujer, no tendríamos a Jesús, el fruto vendito de su vientre.
3.- DESPUÉS DEL DOLOR Y SUFRIMIENTO QUE NOS HA DEJADO EL CORONA VIRUS, ¿PODEMOS SEGUIR ESPERANDO EN EL 2022 COMO UN AÑO DE PAZ? Notemos que la paz no es ausencia de guerra (mera tregua), ni equilibrio de fuerzas contrarias (guerra fría), ni calma impuesta (orden público). Una cosa es paz y otra tranquilidad (que viene de tranca).
La paz bíblica es “Shalom”. Alude a la paz de nuestros primeros padres en el Paraíso: paz con Dios, paz con la creación, paz con ellos mismos y entre ellos. Es armonía con Dios y con los hermanos.
La Biblia lo simboliza con el signo maravilloso del ARCO IRIS. Todos los colores se respetan, ninguno invade al otro, y entre todos bien armonizados brilla entre el cielo y la tierra la belleza de ese Arco de colores. No es arco de guerra sino arco, puente, anillo de paz.
Es la paz de la que hablan los profetas. “De las espadas forjarán arados, | de las lanzas, podaderas. | No alzará la espada pueblo contra pueblo, | no se adiestrarán para la guerra”. (Is 2,4). Los instrumentos de guerra se convertirán en instrumentos de paz. Y el servicio militar se convertirá en un servicio social, de ayuda a los pueblos necesitados. La paz es fruto de la justicia y la fraternidad.
Y esta paz que hoy comenzamos en el primer día del Año hay que guardarla, protegerla, conquistarla.
PREGUNTAS
1.- ¿Me lleno de gozo al pensar que la Madre de Dios es también mi madre? ¿Hago de María un camino seguro para ir a Dios?
2.- ¿Veo como positivos todos los pasos que va dando el Papa Francisco para que la mujer tenga en la Iglesia el puesto que le corresponde?
3.- La verdadera paz es “don” y “tarea”. Como don, ¿sé agradecerla a Dios? Como tarea, ¿me comprometo a trabajar eficazmente por conseguirla?
ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASI.
Hoy, Señor, nos deseamos,
al darnos los «Buenos días»,
un «Año Nuevo Feliz»,
con paz, salud y armonía.
Queremos que Tú, Señor,
nos protejas y bendigas
y que nos tratemos todos
con cariño y simpatía.
Pero la felicidad
no es ninguna «lotería».
No se compra en los comercios
ni se vende en las esquinas.
Somos nosotros, Señor,
sembrando buenas semillas,
quienes segamos, cada año,
dorados fajos de espigas.
Hoy, Señor, te prometemos
parecernos a «MARÍA»,
tu Madre, que meditaba
tu Palabra que da vida.
Queremos ser los «pastores»
que corren con alegría,
te alaban, te dan las gracias
y te adoran de rodillas.
Señor, que, en este Año Nuevo,
cuidemos la «paz» herida
y hagamos de nuestro mundo
una fraternal «FAMILIA».
(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)