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La sinodalidad, una oportunidad de conversión para ser más misioneros

David López
23 de noviembre de 2024
El XVI Sínodo de los Obispos, dedicado a la sinodalidad, finalizó el 27 de octubre de 2024 con un gesto inédito del papa Francisco. Anunció que no habría una exhortación apostólica postsinodal. «En el Documento hay ya indicaciones muy concretas que pueden ser una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes, en los diferentes contextos», señaló ante la asamblea. Iglesia en Aragón ha hablado con dos de los aragoneses presentes en este Sínodo,  Mons. Vicente Jiménez, coordinador del equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española, y Cristina Inogés, teóloga y escritora zaragozana.  

El Sínodo abre un camino de renovación en la Iglesia, de cuyo documento final emerge una nueva manera de imaginar la Iglesia. Como se explica al principio del Documento Final, «se puede decir que la sinodalidad es un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer la Iglesia más participativa y misionera» (28). 

Mons. Vicente Jiménez manifiesta que se trata de un documento que hay que «recibirlo, conocerlo, amarlo, llevarlo de vuelta a las parroquias e iglesias para aplicar lo que el Espíritu ha dicho», asegura el administrador apostólico de Huesca y de Jaca, quien describe este proceso como «una experiencia gozosa, de eclesialidad, de respirar el misterio y la belleza de la iglesia, que es nuestra madre con sus virtudes y también con sus flaquezas y debilidades»

Para don Vicente, el documento aprobado por una mayoría cualificada prueba que «hay comunión, consenso, acuerdo y convergencia en cuanto a la doctrina de la Iglesia». 

El proceso sinodal nos llama a una «verdadera conversión relacional. Debemos aprender de nuevo del Evangelio que el cuidado de las relaciones y de los vínculos no es una estrategia o una herramienta para una mayor eficacia organizativa, sino que es el modo en que Dios Padre se ha revelado en Jesús y en el Espíritu» (50). En este sentido, Cristina Inogés afirma que «si queremos avanzar como comunidad, y parte del proceso sinodal significa aprender a relacionarnos en la Iglesia de otra manera, tendremos que querernos, en primer lugar, y segundo, creernos. Y creernos pasa por unos gestos de transparencia, por eso una gran parte del documento está dedicada a la transparencia y a la rendición de cuentas pero no una transparencia ni una rendición de cuentas entendida, sentida, o vivida como un juicio (100). 

Para esta madre sinodal, «ahora empieza lo bueno porque ahora toca aterrizar todo lo hemos estado trabajando, compartiendo, reflexionando durante estos tres años. Ahora toca aplicarlo. Eso no significa que lo anterior fuera menos bueno, significa que es ahora es cuando en todas las diócesis nos vamos a tener que embarrar un poco, mancharnos las manos, para poner esto en marcha. Vamos a disfrutar de lo que hemos estado trabajando y pensando», subraya Inogés.

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