Por Ramón Clavería, sacerdote de la diócesis de Jaca
Las semanas que hemos pasado de pandemia nos han imposibilitado la celebración de la Eucaristía. Pero tenemos que tener en cuenta, que no toda la liturgia se cierra en la celebración de la Misa dominical. Es cierto que la Eucaristía es el centro de la vida litúrgica de la Iglesia y de la comunidad, y que ante la imposibilidad de su celebración, en muchos hogares, convertidos en Iglesias domésticas, se ha proclamado y meditado la palabra de Dios en pequeñas celebraciones paralitúrgicas.
Sin embargo, no hemos de olvidar que tenemos una celebración litúrgica que se recomienda a todos los fieles y que está al alcance de todos, que es la Liturgia de las Horas, mediante la cual glorificamos a Dios por medio de los salmos y cánticos de la Sagrada Escritura, además de poder meditar los tesoros de la Palabra de Dios y de los santos Padres, con la cual vamos santificando los diferentes momentos del día, ofreciendo a Dios el sacrificio de nuestra existencia y suplicándole por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero. Aprovechémoslo.