La Torre de la Catedral de Barbastro ha recibido hoy la visita de los familiares del que fuera su último campanero, José María Fierro Zueras. Este barbastrense, considerado como uno de los mejores campaneros de España, se ocupó de la torre-campanario de 1980 a 1993, solo dos años antes de fallecer. Hasta entonces subía cada día los 99 escalones que conducen a la sala de campanas para hacerlas sonar a mediodía, y corría en Nochebuena para llegar antes de medianoche y anunciar la Misa de Gallo. «Había que cenar pronto y venir aquí, a veces con los nietos», recuerdan sus hijos. Para las fiestas mayores, «volteo, volteo y volteo». Y siempre de forma totalmente desinteresada.

Empezó en unas fiestas del barrio del Entremuro. Los vecinos le animaron y el obispo. Ambrosio Echebarría, se sumó a la petición. Creaba sus propios toques e ideaba intrincados sistemas de cuerdas para lograr la armonía de las cuatro campanas, dejando que sus nietos se ocuparan de las más pequeñas; al crecer, optaban a las de más tamaño. Sus instrumentos eran los que hoy encontramos en la torre. Cuatro en la sala de campanas: la María de la Asunción de 1954, la Santa Bárbara de 1941, la campana de los muertos de 1817 y la Mayor, llamada Isabel, de 1941 y donada por la familia Cosculluela Montaner. Además, en el chapitel están la campana de los cuartos y la Raimunda, que toca las horas.

José María Fierro trabajó en el Ayuntamiento de Barbastro como administrativo y de niño había sido infante de la Catedral. Por aquel entonces se ocupaba de las campanas Pedro Salinas, cuya labor continuaría su hijo Joaquín. Tras su temprana muerte, cogió el relevo su hermana Rosalía Salinas y, finalmente, el señor Fierro, que había aprendido con el padre de los Salinas. Tras su muerte se mecanizaron las campanas, instalando sendos electromazos a cada una de las cinco campanas, y un motor de tiro para la de los cuartos.