Muchos nos levantamos hoy sabiendo que es el último día en compañía de las maravillosas familias de acolhimento. Y nos aflora un sentimiento de nostalgia, pero acompañado de la certeza que genera un agradecimiento eterno. Tan eterno como el Amor de los amores que nos ha traído hasta aquí.

El plan es sencillo: dejarse querer. Muchas familias tienen pensado un día maravilloso y lo nuestro es dejarnos llevar con el cariño que ellas se merecen.

Después de la Santa Misa, sobre las diez, un buen puñado de anfitriones han decidido llevarnos a la playa. Otras, a conocer diferentes pueblos y ciudades. Unos pocos se reúnen para comer juntos y… ¡alguna incluso nos invita a una boda! Un día mágico.

Y llegan las primeras despedidas. Querría escribir una carta en nombre de todos los peregrinos aragoneses a los que nos han tratado como verdaderos hijos estos días.

Querida Irene:

Muito obrigado de corazão. Muchas gracias de corazón por ser la madre de familia que nos ha acogido en Portugal. Eres figura de todas las madres, padres y abuelos que nos han recibido con los brazos abiertos, el corazón en la mano y la sonrisa en el rostro.

Habéis preparado nuestro encuentro durante meses, poniendo a disposición cada uno de vuestros medios todo este tiempo. Os habéis desvivido noche y día para que nos sintiéramos como en casa. Y lo habéis conseguido. Sabéis que ahora tenéis también casa vosotros en nuestra tierra. Y os esperamos por allí.

Cada mañana, el mejor desayuno. Sobre todo, porque siempre iba acompañado por el brillo de ilusión en vuestra mirada. Cada noche, la comodidad de vuestro abrazo a la vuelta de un día tan bonito como intenso. Y durante el día, la presencia constante de vuestra compañía, tanto en el móvil como en la oración.

No sabemos qué habría sido el conjunto de Días de las Diócesis sin vosotros. Bueno, en realidad, ya no sabemos que sería una JMJ Lisboa 2023 sin cada uno de vosotros.

Por eso, muito obrigado, Irene. Muito obrigado de corazão.

Sin spoilers, pero mañana llegan refuerzos.