Hoy es un gran día: celebrad y estad alegres. Carta del obispo de Barbastro-Monzón. 8 de junio

Ángel Pérez Pueyo
7 de junio de 2025

Con inmensa alegría y un corazón lleno de gratitud, me dirijo a vosotros en este día tan significativo como es la solemnidad de Pentecostés. Este es un día de júbilo, un recordatorio vibrante de que el Espíritu de Dios sigue actuando en medio de nosotros, impulsándonos a ser testigos valientes de su amor en el mundo. Conmemoramos la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y María, el nacimiento de la Iglesia y el cumplimiento de la promesa de Jesús. ¡Cómo no estar alegres!

Pero este Pentecostés adquiere un significado aún más especial para nuestra Diócesis, ya que celebramos nuestro Encuentro Diocesano de Laicos, que este año recala en Graus. ¡Qué bendición tan grande es poder congregarnos como comunidad de fe! Más aun cuando estamos viviendo este Año Jubilar 2025, dedicado a la peregrinación de la esperanza, en el que vuestra presencia y vuestro compromiso son un signo vivo de la vitalidad de nuestra Iglesia.

El laicado, con su vocación específica de santificar el mundo desde dentro, es el corazón palpitante de la misión evangelizadora. Vuestro testimonio en la familia, el trabajo, la sociedad, es el eco de las lenguas de fuego de Pentecostés, que anuncian la buena nueva en cada rincón de nuestra existencia. Que este encuentro renueve nuestro celo apostólico y nos impulse a llevar la alegría del Evangelio a todos, especialmente a los más necesitados y a aquellos que aún no conocen a Cristo.

En esta misma jornada de Pentecostés, nos reunimos también para celebrar una Misa de Acción de Gracias en la que, unidos como diócesis, daremos gracias a Dios por el inicio del pontificado del papa León XIV. Hace unos días, en Roma, le traslade la oración, fidelidad y cariño de Barbastro-Monzón, que hoy vamos a subrayar dando gracias por su vida de entrega y servicio, por su ministerio y por el don de su paternidad espiritual que nos alimenta y nos fortalece en la fe.

Pentecostés nos recuerda que no estamos solos. El Espíritu Santo, Paráclito y Consolador, nos fortalece, nos ilumina y nos capacita para ser verdaderos discípulos misioneros. Que este día nos impulse a abrir nuestros corazones de par en par a la acción del Espíritu, permitiendo que transforme nuestras vidas y nos haga instrumentos dóciles de su amor y su paz.

Os animo a vivir intensamente la gracia de este día, a renovar vuestra fe y a comprometeros con mayor ahínco en la construcción del Reino de Dios en nuestra Diócesis. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia y esposa del Espíritu Santo, interceda por nosotros y nos guíe en este camino de santidad y misión. La Virgen de la Peña, templo jubilar, nos espera a todos este domingo para vivir con gozo y esperanza este día de fiesta.

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