Por Carlos Sauras, presidente de Cáritas Aragón
A finales de junio celebramos -telemáticamente- la Asamblea de Cáritas Española, ocasión importante para reflexionar sobre los retos que plantea esta crisis. La Asamblea llamaba a que “en medio de esta situación tan dolorosa seamos testigos de la fe, constructores de solidaridad, promotores de fraternidad y forjadores de esperanza”, como nos invitaban los obispos en la solemnidad del Corpus Christi.
En el conjunto de España, se han disparado las peticiones a Cáritas en un 77% y el número de personas que acudieron a sus acogidas creció un 57%. Demandas en necesidades muy básicas, como la alimentación o la vivienda.
Las seis Cáritas aragonesas se han reorientado sus respuestas con agilidad y han canalizado una corriente social de solidaridad y de generosidad. Se necesita el trabajo conjunto -de lo público y de lo privado- para asentar las bases de una sociedad que incorpore a los excluidos como ciudadanos con dignidad y derechos.