Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Envaina tu espada

29 de octubre de 2025

“Y entre las palabras de Jesús no queremos dejar pasar, una resuena especialmente hoy en esta vigilia de oración por la paz, la dirigida a Pedro en el Huerto de los Olivos: Envaina tu espada (Jn 18,1).

Desarma la mano, y antes el corazón.

La paz es desarmada y desarmante.

No es discusión, sino fraternidad.

No es ultimátum, sino diálogo.

No llegará como fruto de victorias sobre el enemigo,

sino como resultado de sembrar justicia e intrépido perdón.

Envaina tu espada.

Es la palabra dirigida a los poderosos del mundo,

quienes guían en el destino de los pueblos.

¡Tened la audacia de desarmaros!

 

Bellas y duras palabras de León XIV en la Vigilia Mariana del 11 de este mes de octubre. Después de leerlas seguidas, sin detenernos, lentamente… podemos meditarlas, rumiarlas, gustarlas, frase por frase, hacerlas nuestras y … ¡a vivirlas!

 

Por eso te las ofrezco, aunque ya las hayas leído. Y las repito y me las repito a mí mismo. Solo por eso las copio. Para que podamos leerlas, una vez más, y repitamos su lectura todas las veces que nos haga falta leerlas de nuevo. Incluso para añadir una plegaria más por la paz en nuestro álbum personal de trabajo por la paz.

 Desarma la mano

Y, sobre todo y antes, el corazón.

Solo así puede llegar la paz


 Ayuda a desarmar a otros.

 Porque la paz es desarmante.

 Es fraternidad.

 Es diálogo.

 Es justicia no de tribunal, sino de perdón.

 Perdón intrépido,

 arriesgado,

 generoso.

 

  Poderosos del mundo, sí, vosotros,

  los que os guardáis más de lo que necesitáis,

  o por vuestro trabajo o por vuestro elegante robar.

  Tened la audacia de desarmaros.
 Tened la ‘humanidad’ de desarmaros.

 

Emplead vuestro poder político, económico, intelectual, religioso

en buscar la equidad, en reducir la distancia entre el enriquecido y el empobrecido

 

No queráis dominar el mundo.

Este afán no trae la paz, sino la opresión, la dictadura,

el dominio del fuerte sobre el débil,

del que sabe sobre el que no tuvo la oportunidad de aprender.

 

Envainad la espada, cualquier espada,

que no crea paz, sino enfrentamiento.

 

Si envainamos todas, todas, todas las espadas,

podrá llegar la paz.

 

Las espadas ‘de mano’ que hacen mucho daño a nuestros alrededores.

Y las que vuelan por los aires que destruyen todo, personas adultas, ancianas, y niños también.

Y la naturaleza.

 

“Altísimo y omnipotente buen Señor,

tuyas son las alabanzas,

la gloria y el honor y toda bendición

 

Alaben y bendigan a mi Señor

y denle gracias y sírvanle con gran humildad”. (S. Francisco de Asís)

 

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