Emilia Alonso: «“Estos trece años de servicio a la Iglesia y a mis hermanos migrantes han sido una bendición”»

Emilia Alonso deja el cargo después de trece años dirigiendo el barco de los olvidados: los migrantes.  Empezó la delegación de Pastoral de Migraciones cuando no existía y hoy la deja llena de retos para su sucesora, Raquel Martínez. Después de haber celebrado el Día Mundial del Refugiado el 20 de junio, entrevistamos a Emilia para repasar sus inicios, sus dudas y coraje: “Señor, si me llamas, no te voy a decir que no”.

Emilia Alonso comienza ahora una etapa de entrega a su familia.

Cuéntanos Emilia, ¿cómo acabaste al frente de la delegación de Migraciones? En 2006 se intentó crear la delegación porque empezaban a venir muchos inmigrantes. El sacerdote Carlos Salazar, que me había visto trabajar con inmigrantes en la parroquia de Nuestra Señora de Montserrat, con los salesianos, habló varias veces conmigo y me pidió que me encargara de la delegación. Yo me negaba y decía “Señor, ¿por qué me llamas si hay gente mejor preparada que yo para esta misión?”. Pero insistió mucho y, al final, me puse en oración y pensé: “Señor, si me llamas, no te voy a decir que no”, y al final accedí.

¿A qué retos te enfrentaste? Los principales eran afrontar una situación que sí conocía, al acoger inmigrantes y tratar con ellos, pero lo que no conocía era el funcionamiento de una delegación diocesana. Eso me tenía un poco inquieta. Así que lo puse todo en manos del Señor, y él me ayudó y me acompañó.

¿Qué te llevas de estos años de servicio? Estos trece años de servicio a la iglesia y a mis hermanos migrantes han sido una bendición de Dios y una vocación. He tenido la oportunidad de conocer a muchas personas de diferentes países y diferentes credos, con situaciones diversas que me han hecho comprender el sufrimiento y la esperanza que tienen de alcanzar una vida mas digna. He aprendido de ellos la perseverancia y la confianza en Dios. He conocido también a muchas personas que se ocupan y preocupan por mejorar la situación de los migrantes y refugiados. Pero me duele haber visto también tanta indiferencia ante las situaciones que viven.

¿Qué podemos hacer? En estos tiempos en que no cesan de venir familias de refugiados después de atravesar tantas dificultades, menores no acompañados traficados por las mafias, mujeres violadas en el trayecto, todos nosotros estamos llamados como cristianos a construir un mundo mejor y predicar con el ejemplo y con la caridad. Por eso, me gusta tanto la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que se celebrará el próximo 29 de septiembre. Para ella, el Papa ha elegido el lema ‘No se trata solo de migrantes, se trata de la caridad’, y creo que esa es la clave.

¿Qué labor recoge ahora tu sucesora, Raquel Martínez? Ahora Raquel recoge varios proyectos que están naciendo. En primer lugar, la ‘Mesa de la hospitalidad’, un grupo de entidades que se va a crear en Zaragoza y va a estar bajo el paraguas de la delegación de Migraciones, así lo ha querido don Vicente. Estamos en los comienzos con este proyecto. Luego, hay en marcha una colaboración con la delegación de Misiones para el octubre misionero. Y después, estamos trabajando con una plataforma que se está creando para el estudio y apoyo de las trabajadoras de hogar, para defender sus derechos. La plataforma está formada por instituciones de Iglesia y otras aconfesionales. 

¿Con qué sabor cierras esta etapa? Con sabor a ‘gracias’. Quiero agradecer a nuestro arzobispo don Vicente su apoyo y acompañamiento en mi cometido, y a tantas personas que han pasado por la delegación dejando huella: a sor María Antonia del Amo, que fue muchos años la secretaria de la delegación; a José Luis Calvo, que dedicó tantas horas como tesorero; a Vicente Velázquez, incansable colaborador. En fin, a tantas personas que contribuyen a que la delegación esté viva por los migrantes.