Elsy Thomas: “La sed de Dios esta presente en todas las personas, reconozcan su existencia o no”

Rocío Álvarez
7 de mayo de 2017

A las tierras donde llegó el apóstol santo Tomás, el estado de Kerala, al sur de la India, pertenece Elsy Thomas, hermana de la Caridad de Santa Ana, quien gracias a la fe de su familia y de su entorno descubrió su vocación de misionera. Después de viajar por diferentes lugares de la India y España, reconoce con alegría y contundencia que para ella “la tierra que pisa es tierra de misión”.

La hermana Elsy, en el jardín de la casa general de la congregación en Zaragoza.

Perteneces a tierra católica desde la llegada del apóstol, ¿esto ayudó en tu vocación?

Recuerdo con gozo cómo mi madre cogía a mi hermana pequeña, le sostenía su manita para hacer la señal de la cruz y le hacía repetir oraciones sencillas. Provengo además de una familia humilde, agricultora. Nos tocó vivir épocas de monzón así como temporadas de sequía. Esta dureza de la naturaleza hacía a mis padres levantar los ojos al cielo, y descubrir el vínculo que hay entre Dios y la vida cotidiana del pueblo.

Una vez recuerdo que nos pusieron una película en la parroquia, fue el acontecimiento del año. De esa película se me quedó grabada la imagen de dos misioneros subiendo un monte por duros caminos hasta llegar a un pueblo.

Todo este entorno, estas situaciones crearon en mí una base acogedora en la que empezó a germinar el deseo de ser misionera.

Y al final lo conseguiste…

Un día llegaron al pueblo tres hermanas misioneras de Santa Ana. Hablando con ellas descubrí que yo también quería ser misionera como ellas, eran muy sociables, sencillas, se las veía felices. Una amiga mía se fue con ellas y cuando volvió me habló de la vida en el convento, me pareció muy bonito y me dijo que tenían casa en África y en muchos lugares. Yo quería poder ayudar a la gente, así que con 19 años decidí unirme a las hermanas.

¿Es diferente la espiritualidad de la India a la de España?

Yo no compararía porque son situaciones distintas. El pueblo indio es muy espiritual, por naturaleza. La gente conecta fácilmente con Dios. En India, en todas partes hay presencia de Dios, en un templo, una mezquita, una iglesia. Cuando pasan por delante ya sea un católico, un hindú, un musulmán o un sij, hacen un sencillo gesto de reconocimiento ante la presencia de Dios.

Te contaré un ejemplo. A nuestra parroquia de Mumbai trajeron en peregrinación una imagen de la Virgen de Nazaret, embarazada, saliendo a encontrarse con su prima Isabel. Tenías que ver la cantidad de gente que pasó por su pie, no todos eran católicos, había musulmanes, hindúes… La religiosidad esta ahí, en cada cultura, de forma distinta, lo reconozcas o no…

¿Hay muchas vocaciones a la congregación?

En Europa tenemos pocas hermanas en formación inicial, pero estamos muy vivas en Asia: la India, Filipinas, China, Papúa Nueva Guinea. También en África: Costa de Marfil, Ghana, Ruanda, RD Congo… y en algunas partes de América Latina.

¿España es tierra de misión?

Para mí la tierra que piso es tierra de misión. No hay tierra de misión específica. Antes se pensaba que la tierra de misión era la tierra donde poder atender a muchos pobres, donde había carencia de todo. Para mí tierra de misión es tierra donde me toca vivir.

¿En Aragón cuál es vuestra misión?

En Aragón seguimos en el Hospital de Gracia (donde nacimos) y tenemos colegios, residencias de ancianos, comunidades de hermanas mayores, guarderías, casas de acogida. Además colaboramos con Cáritas y con varias parroquias.

¿Qué consejos nos das para alcanzar una mayor presencia de Dios?

La sed de Dios está presente en todas las personas, reconozcan su existencia o no. Para ser conscientes de esta sed, hay que serenarse y pensar lo que soy, por qué estoy aquí, a qué estoy llamada. En la congregación hablamos de “contemplación en la acción”, para vivir en comunión con todo y todos en lo que hacemos, en lo cotidiano.

[divider]¿Sabías que…?[/divider]

Elsy lleva un sari, que es la vestimenta que portan las hermanas de la India que desean vestir al modo de su cultura pero adaptado a la congregación.

Son saris de un color más suave, más desapercibido que los habituales colores llamativos que visten las mujeres indias.

Llevan dibujados el símbolo del escudo de la congregación: una jarra con azucenas.

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