El derribo de la Torre Nueva

En Zaragoza, lo que ha ocurrido
la Torre Nueva, que se ha caído
si se ha caído que la levanten
dineros tienen los estudiantes.

Esta letra de una copla infantil muestra la repercusión que tuvo en su época la demolición de la Torre Nueva zaragozana. Aunque es un hecho suficientemente conocido, se aporta aquí el testimonio del párroco de San Gil, el Lcdo. Agustín Royo y Lacasa. Al final del tomo I de difuntos (1563-1599), recogió varios Apuntes curiosos: la fría temperatura del 31 de diciembre de 1887 (-19º), el Congreso Católico  Zaragozano de 1890, el derribo del citado edificio en 1892 – en los folios 312v-313 y con las fotografías que se reproducen aquí en el f. 313v- y el arreglo parroquial de 1902. El texto dice así:

/f. 312v/ (Al margen: año 1892. La Torre-nueva)

La Torre nueva: su derribo

Esta torre, que, a pesar de sus años, se llamaba nueva, monumento mudéjar, admiración de propios y extraños, de rico ladrillo, se construyó en la plaza de Sn. Felipe el año 1504; la dirigieron los maestros de obras Gabriel Gombau y Juan Sariñena, cristianos, el hebreo Yuce de Gali, y los moros Ezuel Ballobar y maestre Monferriz; hiciéronla inclinada y así se llamó en sus principios, de 312 pies castellanos de altura y 14 de espesor.

Hace ya cien años, los vecinos de la torre pidieron su derribo, a pretexto de que, por su inclinación, amenazaba ruina, y no lo consiguieron. Intentaron lo mismo en diversas épocas y lograron decapitarla, es decir, quitar el chapitel; poco antes -1867-, para contenerlos, se reforzó el zócalo con una obra importante de sillería. Este año, 1892, insistieron con nuevos bríos, tuvieron mayoría en el ayuntamiento (los llamados posibilistas) /f. 313/ y se decretó el derribo, con sentimiento de la casi totalidad de los zaragozanos.

El 29 de agosto concurrieron a desmontar el tejadillo y paró el reloj llamado mayor; luego hubo orden de suspensión y el 20 de noviembre comenzó definitivamente el derribo, que terminó a fin de julio de 1893.

La campana de las horas pesa 200 quintales y fue llevada a la casa lonja el 24 de julio. En este mismo mes de julio, la cruz y veleta de la torre nueva fue colocada en la torre de la iglesia de Sn. Felipe con su correspondiente para-rayos. Dicen que en el primer tercio de la torre ha salido el material destruido, hecho polvo; si esto es cierto, ¿cómo se sostenía semejante mole? ¿Acaso su mismo peso mantenía el equilibrio? Pase… si la torre fuera recta o a plomo, y, digo pase, por la dificultad de resistir el empuje de los huracanes, pero ¿cómo se sostenía con una torcedura o inclinación de más de nueve pies echo polvo el material? No lo comprendo.

Juan Ramón Royo García
Director del Archivo Diocesano de Zaragoza