Domingo XXIX, tiempo ordinario: 18 de octubre de 2020

AMBIENTACIÓN

Quien entra en la dinámica del Evangelio sabe que ningún poder político, económico o religioso puede ocuparle el corazón. Dios no acepta  corazones divididos. Hay que amar al Señor con todo el corazón. Pero Dios no es un ser egoísta que  busque nuestro amor para sí mismo. Dios quiere que toda persona, que  es “imagen de Dios” reciba el amor que se merece. No podemos amarla con un corazón a medias. Todo el  amor que le debemos a Dios, quiere que lo entreguemos a los que Dios más ama: sus pequeñitos., es decir, los que más lo necesitan.

Este Domingo celebramos el “día dedicado a los misioneros”. Y, al hilo del evangelio del día, podemos sacar nuestras conclusiones.

LECTURAS DEL DÍA

1ª Lectura: Is. 45,1.46.   2ª Lectura: Tes. 1,1-5b.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,15-21):

En aquel tiempo se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?» Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.» Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: «Del César.» Entonces les replicó: «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»

REFLEXIÓN

1.– El único Dios de todos los pueblos.

Lo reconocen hasta los enemigos, los que van a poner una trampa a Jesús: “No miras lo que la gente sea”.   La mirada del hombre se centra  en las apariencias, en la religión que practica o en el  grupo social al que pertenece. A Jesús no le importa si uno es romano o judío; si es herodiano o fariseo. La mirada de Jesús es más profunda: descubre que toda persona humana está hecha a imagen y semejanza de Dios. Ese es su documento de identidad, su ADN más profundo. Cuando unos misioneros dejan su patria, su familia, sus amigos, no van como una ONG. Van a ayudar a aquellas gentes a  que descubran  su dignidad,  esa imagen de Dios escondida en su corazón. Y, a partir de ahí, a ofrecerles lo mejor que llevan en su corazón:  la fe en Jesucristo, la Imagen perfecta de Dios.

2.– “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

La pregunta  de si es lícito pagar al César o no” no es una pregunta inocente, es  una trampa y está llena de malicia. si decía que no había que pagar el tributo al César, se declaraba en contra de Roma, y por lo tanto los herodianos lo podían acusar de subversivo. Si contestaba que sí, los fariseos podían acusarlo de contrario al judaísmo, porque se ponía en contra del sentir religioso del pueblo, que estaba convencido de que el único señor era Dios y que ningún judío podía aceptar otro soberano. La respuesta inteligente de Jesús les descoloca. En la moneda pedida por Jesús se veía la inscripción: «Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto». Lo que se cuestiona es, si un judío tiene que aceptar la soberanía de una nación extranjera o seguir teniendo a Dios como único soberano. Jesús les desenmascara su hipocresía al aceptar en la práctica, en los asuntos económicos, en sus propios bolsillos, un Dios que no es el suyo. ¡Por favor! Devolved al César lo que es suyo: su imagen, su divinidad. Y vosotros, “dad a Dios, vuestro Dios, lo que le pertenece”.

3.– La gran pregunta: ¿De quién es esa imagen? 

Dios a cada uno de nosotros nos ha dado una imagen bonita, transparente, delicada, armoniosa. Es la misma imagen de Dios,  pero no pintada o esculpida, sino reflejada. Para que Dios se refleje, tiene que estar ahí. ¿Qué hemos hecho de esa imagen? Con nuestro comportamiento, ¿revelamos o velamos el rostro de Dios? ¿Lo manifestamos o lo ocultamos? En estos tiempos de crisis de fe se nos invita a salir. Todos debemos ser misioneros. Pero, ¿a salir de dónde? Porque los discípulos salieron del Cenáculo, enardecidos por el  fuego del Espíritu. Su corazón “ardía por dentro”. Por eso sus palabras eran ardientes, entusiastas, quemantes. Se ha dicho que los tiempos de crisis, son los mejores para la verdadera fe. También había crisis en tiempos de Santa Teresa. “Está ardiendo el mundo”. ¿Qué hacer? Y contesta la Santa: “Voy a llenar eso poquito que hay en mí”. Llenemos de fe y amor lo poco que somos y pronto el mundo lo notará. “A la crisis de Dios, sólo se responderá con la pasión por Dios (J.B. Metz).

PREGUNTAS

1.- ¿Sé descubrir la imagen de Dios que hay en el interior de cada persona? ¿Valoro a las personas por lo que son?

2.- ¿Es Dios para mí lo Absoluto, lo Primero, lo Definitivo? Entonces, ¿Por qué tengo tantos ídolos en mi corazón?

3.– Como cristiano, ¿Qué imagen de Dios estoy ofreciendo al hombre de hoy?

Mientras vamos de camino hacia la Patria suprema, somos, Señor, los cristianos ciudadanos de la tierra.

DAR LO JUSTO A DIOS Y AL CÉSAR

Mientras vamos de camino

hacia la Patria suprema,

somos, Señor, los cristianos

ciudadanos de la tierra.

A veces hemos vivido

una desatada guerra

entre dos fuertes poderes:

entre el Estado y la Iglesia.

Tú, Señor, en tu Evangelio,

no nos ofreces recetas.

Sólo nos pides que demos

lo que es justo a Dios y al César.

Los que sirven sólo al César,

los políticos, contempla las

leyes que, en democracia,

llevan a la convivencia.

Pero, al prescindir de Ti, de

tu amor, de tu presencia,

siembran división, pobreza,

injusticias y violencia.

Nosotros, Señor, gozamos de

luz en nuestra conciencia,

porque llevamos tu imagen

en el corazón impresa.

Si te damos lo que es tuyo,

el mundo será una fiesta.

Haz que vivamos, Señor,

en comunidad fraterna…

Oración mientras dura la pandemia.

Dios todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción, concede descanso eterno a los que han muerto por la pandemia del «coronavirus», consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor, glorificando juntos tu santo nombre. Por JNS.  Amén.

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