INTRODUCCIÓN
Dadles vosotros de comer. Este mandato no puede dejar indiferente a los cristianos de hoy. Los bienes que nos sobran pueden saciar a los hambrientos de medio mundo. Ninguno de nosotros puede limitarse a volver la vista a otra parte. Este mandato habría que sacudir a todas las personas e instituciones de nuestro mundo, se confiesen cristianas o no. Jesús no es patrimonio exclusivo de los cristianos. Su mensaje es universal, precisamente por estar atento a las carencias concretas del hombre. (José Ramón Flecha).
LECTURAS BÍBLICAS
1ª lectura: Is. 55,1-3. 2ª lectura: Ro. 8,35.37-39
EVANGELIO
Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente: Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
MEDITACIÓN-REFLEXIÓN
En este evangelio se dan dos posturas muy diferentes: La de los discípulos y la de Jesús. Veamos:
1.- Discípulos: “Despídelos”.
Así los problemas se solucionan de raíz. Eso es lo que solemos hacer nosotros: viene una mujer con unos niños pidiendo ayuda; o un migrante, o un pobre cualquiera. Lo que solemos hacer es quitárnoslo lo antes posible. Los pobres nos estorban, nos molestan, huelen mal.
¿Qué dice Jesús? !NO LOS DESPIDAIS! A Jesús no le estorba nadie. Tiene un corazón más grande que una casa y allí caben todos. Poco antes nos ha dicho: “Se compadecía de ellos”. Lo que hace Jesús le brota de dentro, le sale del corazón. Tiene entrañas de misericordia y se enternece ante sus hijos necesitados, sea de la nación que sea, de la cultura que sea, del sexo que sea. Es posible que nosotros no podamos solucionar casos que nos desbordan. Pero siempre está en nuestras manos dar una buena acogida. Podemos abrirle la puerta y preguntar: ¿Has comido? Y le podemos dar un bocadillo y un vaso de agua. Al despedirse no se irá royendo el duro hueso de un rechazo, sino que se sentirá feliz de que la hemos acogido bien.
2.- Discípulos: ¡QUE SE COMPREN DE COMER!
Y es lo mismo que decir: ése es tu problema. Bastantes problemas tengo yo en mi casa. Lo nuestro es siempre lo mismo: echar balones fuera. En el fondo somos unos egoístas redomados, tan centrados en nosotros mismos, que nuestra casa se queda tan pequeña que ya no cabe nadie fuera de los nuestros.
¿Qué dice Jesús? ¡DADLES VOSOTROS DE COMER! Jesús podría haber hecho el milagro él solo. Si no lo hace, es porque quiere que se impliquen sus discípulos. Jesús es un Maestro que no sólo enseña con sus palabras, también con sus gestos. Nosotros siempre tenemos las mismas justificaciones: “Si sólo tenemos cinco panes ¿qué podemos hacer con esto? Lo mismo que ahora: que se unan las naciones, que lo solucionen los Gobiernos… El Banco Mundial, ¿Y mientras tanto? Que la gente se vaya muriendo. Jesús les dijo: “Traedme los cinco panes y los dos peces”. No nos pide lo que no tenemos. Y sobre “eso poco” vendrá la bendición de Dios. El milagro de la solidaridad siempre funciona.
3.- Y sobraron doce canastos.
Cuando uno ha vivido en países del Tercer Mundo, uno cae en la cuenta de todo lo que se podría hacer simplemente “con lo que nos sobra”. Con lo que nos sobra de calzado, de vestidos, de comida…Con todo lo que nosotros gastamos en “cosas superfluas”, el Tercer Mundo tendría para lo estrictamente necesario.
PREGUNTAS
1.- ¿Me preocupa la gente que muere de hambre? ¿Qué estoy haciendo por aliviar el problema?
2.- Ante una necesidad grave y concreta, ¿Cuál es mi actitud? ¿Me implico en ella o paso olímpicamente del problema?
3.- ¿Verdad que me sobran cosas? ¿Qué estoy dispuesto a dar a los que les falta lo necesario?
ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:
(José Javier Pérez Benedí)
Señor, la gente te sigue
y, al acabar la jornada,
tus discípulos te piden
que la mandes a sus casas.
Pero es tarde y anochece.
Se conmueven tus entrañas.
Tú quieres que tus discípulos
le den pan en abundancia.
Se excusan, pues sólo tienen
cinco panes de cebada
y dos peces. Para tantos,
apenas unas migajas.
Al tomarlos en tus manos
y alzar a Dios tu mirada,
aquella escasa comida
se queda multiplicada.
Señor, cuando se comparte
todas las hambres se sacian.
Todos comen hasta hartarse
y sobran doce canastas.
Hoy, ante tantos hambrientos
de pan del cuerpo y del alma,
«dadles de comer, vosotros»,
nos urges con tu Palabra.
Pon, Señor, en nuestras manos
tu pan de amor y de gracia.
Queremos servir a todos
una ración de esperanza.