Dichosos los que ponen “la alabanza a Dios” en la cumbre de sus alegrías.

Raúl Romero López
22 de septiembre de 2021

Salmo 145

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1 Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey;

bendeciré tu nombre por siempre jamás.

2 Día tras día, te bendeciré

y alabaré tu nombre por siempre jamás.

3 Grande es el Señor, y merece toda alabanza,

es incalculable su grandeza;

4 Una generación pondera tus obras a la otra,

y le cuenta tus hazañas.

5 Alaban ellos la gloria de tu majestad,

y yo repito tus maravillas;

6 encarecen ellos tus temibles proezas,

y yo narro tus grandes acciones;

7 difunden la memoria de tu inmensa bondad,

y aclaman tus victorias.

8 El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

9 el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas.

10 Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles;

11 que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas;

12 explicando tus hazañas a los hombres,

la gloria y majestad de tu reinado.

13 Tu reinado es un reinado perpetuo,

tu gobierno va de edad en edad.

El Señor es fiel a sus palabras,

bondadoso en todas sus acciones.

14 El Señor sostiene a los que van a caer,

endereza a los que ya se doblan.

15 Los ojos de todos te están aguardando,

tú les das la comida a su tiempo;

16 abres tú la mano,

y sacias de favores a todo viviente.

17 El Señor es justo en todos sus caminos,

es bondadoso en todas sus acciones;

18 cerca está el Señor de los que lo invocan,

de los que lo invocan sinceramente.

19 Satisface los deseos de sus fieles,

escucha sus gritos, y los salva.

20 El Señor guarda a los que lo aman,

pero destruye a los malvados.

21 Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,

todo viviente bendiga su santo nombre

por siempre jamás.

INTRODUCCIÓN

Este canto es alfabético. El salmista necesita todas las letras del abecedario para bendecir y alabar a Yavé.  Fue definido por Orígenes como “el canto de acción de gracias por excelencia”. El salmo 145 abre en el salterio el último ciclo consagrado a la obligación que incumbe al hombre de reconocer a Dios en las manifestaciones de la naturaleza y de llamar al universo entero a la adoración y la alabanza al Creador. Aquí se celebra la suprema realeza de Dios: universal y perpetua, pero el rostro real de Yavé dibujado por el salmo se parece más a la de un padre amoroso que al de un emperador. El salmista, con una enorme frescura de sentimientos, redice aquí lo que otros ya han dicho, especialmente de la ternura de Dios. “El salmista nos habla de esa cualidad del corazón de Dios no sólo con abundancia, sino con una nota de dulce y exquisita sensibilidad” (G. Brillet).

San Agustín encuentra este salmo tan bello, tan rico de doctrina y tan apto para mover la devoción de los fieles, que llega a afirmar que “Dios se ha alabado él primero por la boca del salmista para dar a los hombres un modelo a seguir en las alabanzas”.

REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN DEL MENSAJE ESENCIAL DEL SALMO

La alabanza es el latido del alma; por eso no puede cesar (v.1-2).

El salmista se porta con Yavé como con un verdadero rey. Quiere exaltarle, subirle y ponerlo por las nubes. La alabanza divina no debe enmudecer nunca; debe estar resonando sin cesar. “No pienses que puede ser alabado suficientemente Aquel que en su grandeza no tiene fin. Su grandeza no tiene límite; que tampoco tenga límite tu alabanza” (san Agustín).

Un creyente tiene sus raíces y disfruta contando las historias del pasado (v. 4)

En Israel la fe se ha transmitido de boca en boca, de generación en generación. ¿Qué contaban los padres a los hijos? Lo que Dios había hecho en la historia y, sobre todo, lo que Dios iba haciendo en el corazón de cada uno. María cantaba “lo que el Poderoso había hecho en ella” (Lc 1,49). La fe desaparece cuando se acaban los testigos, esos hombres y mujeres de fe que siempre tienen algo que contar.

El salmista y su comunidad van a porfía narrando las maravillas de Dios (v 5-6).

Se realiza una especie de diálogo entre la comunidad y el salmista. Ambos están embelesados y entusiasmados por las maravillas de Dios y se establece entre ellos un trasvase de fe y de alabanza. El salmista vive empapado y sumergido en la fe de la comunidad. Tal vez nosotros necesitemos un baño de fe eclesial. La fe personal crece con normalidad y se desarrolla con pujanza dentro de un marco comunitario.

Con el tiempo se nos olvidan las cosas. Pero hay algo que no debemos olvidar jamás: todo lo que Dios nos ama (v.7).

Entre los atributos de Dios hay uno que la comunidad de Israel ha experimentado de un modo especial: la infinita bondad de Dios. Dios nunca se cansa de ser bueno, de amarnos, de perdonarnos. Y esta memoria es la que el pueblo de Dios conserva como un precioso tesoro para transmitirla de generación en generación. La bondad de Dios es su esencia. Decir que la creación está llena de la presencia de Dios es decir que está llena de su amor.

“Porque amas todo, cuanto existe, y no aborreces nada de lo que hiciste; pues si odiaras algo no lo habrías creado. Tú eres indulgente con todas las cosas, porque todas son tuyas, amigo de la vida” (Sab 11,24.26).

Lo que creemos, vivimos y celebramos es que Dios es clemente y misericordioso (v.8).

Las palabras de este versículo nos remiten a Ex 34,6. Lo importante es que esta frase dicha por Dios a Moisés pronto pasó a formar parte de las fórmulas litúrgicas. El pueblo judío ha refrescado, actualizado y celebrado en el culto la piedad y la misericordia de Dios. Cuando la Palabra de Dios se queda en la Biblia y no pasa a la liturgia siempre corre el riesgo de fosilizarse.

Toda la creación está impregnada de la bondad de Dios. (v 9).

El amor de Dios no sólo se derrama sobre las personas, sino sobre todos los seres. Todas las criaturas están empapadas del cariño y de la ternura de Dios. Resulta emocionante poder recibir mensajes de amor de la estrella más lejana y de la más pequeña hormiga; del viento huracanado y de la suave brisa; del mar embravecido y del pequeño ruiseñor que me despierta por las mañanas.

Sólo el hombre es puente, “pontífice” de toda la creación (v.10).

El salmista invita a todas las criaturas a dar gracias a Dios, pero sabe que la alabanza y la acción de gracias pertenecen propiamente a las personas dotadas de inteligencia y voluntad. Por eso dice el salmo: “que te bendigan tus fieles”. Estos pueden recoger los ecos y las voces de toda la creacióny elevar al Señor un himno de alabanza. De esta manera los hombresy mujeres de la tierra se constituyen en reyes, pontífices y sacerdotesdel cosmos.

Todo lo que hace Dios no tiene fecha de caducidad (v.13).

Quizás haya aquí una polémica con las religiones circundantes. Según éstas, los dioses retornaban su poderío cíclicamente: cada año, después de morir y resucitar en primavera, volvían a sus funciones de monarcas. El Señor no está sujeto a estos períodos cíclicos. Su reinado es perpetuo.

Dios no se limita a crear, sino a sostener y guardar lo que crea. (v.14).

La bondad del Señor no está sólo en el corazón, sino también en las manos. En el mundo hay mucha gente que se dobla bajo el peso del trabajo o del sufrimiento. Para muchos la vida se les convierte en una carga demasiado pesada. El Señor ayuda a los encorvados. Otros están a punto de caer y el Señor les ayuda a levantarse. Una vez más la opción de Dios es clara: está a favor de los débiles y los indefensos.

Con Dios hay que jugar con limpieza, siendo sinceros con Él (v.18).

En la vida hay épocas en las que Dios está cerca y otras en las que está lejos, pero, al final, Dios se impone con su deslumbradora presencia. Es lo que bonitamente decía ya Ortega y Gasset: “En la órbita de la tierra hay perihelio y afelio: un tiempo de máxima aproximación al sol y un tiempo de máximo alejamiento”.

Algo parecido ocurre con la mente respecto a Dios. Hay épocas de gran fuga de lo divino, en que esa enorme montaña de Dios llega casi a desaparecer del horizonte. Pero al cabo vienen sazones en que súbitamente, con la gracia intacta de una casta virgen, emerge el acantilado de la divinidad. Y se grita: ¡Dios a la vista!”.

No cabe duda de que estamos en una época de afelio, de lejanía de Dios. El salmista nos da una pista para que Dios esté cerca: invocarle de corazón.

Mientras el mundo nos defrauda y nos vacía, Dios siempre nos llena y satisface (v.19).

Nuestro corazón alberga deseos inmensos que no pueden satisfacerse con cosas materiales. De ahí el sentimiento de vacío, de decepción que, a veces, experimentamos a cada paso. El salmista, desde una experiencia religiosa, nos dice que el Señor ha llenado plenamente su corazón y ha satisfecho sus deseos. El mismo Señor ha escuchado sus gritos y le ha salvado.

A la pregunta fundamental ¿existe Dios? el salmista no teoriza, no trata de demostrar nada. Desde su experiencia personal nos dice: yo le debo a él todo lo que soy.

La lámpara de la alabanza debe permanecer siempre encendida (v 21).

El salmista cierra el salmo con una alabanza. Le dice a Dios a boca llena: Yo te alabo y te bendigo. En este salmo la lámpara de la alabanza debe permanecer siempre encendida, como está encendida la lamparita del sagrario en las iglesias católicas.

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

Este salmo se hace presente en Jesús en la oración del Padrenuestro. El Dios fiel, total ternura y amor, es nuestro rey. Es un rey condescendiente: se pone de parte de quienes lo invocan, sostiene a los que están a punto de caer, endereza a los encorvados, es bueno para todos.

“El salmo menciona la grandeza de la belleza de este reino, recomendando lo que aún no vemos, en que sin verlo creamos, que creído lo deseamos, por cuyo deseo soportamos todo. Es la grandeza de una cierta hermosura: hay que amarla antes de verla, para retenerla cuando la veamos” (S, Agustín).

Este salmo resuena de muchas maneras en Jesús, sobre todo en sus obras. Él “enderezó a los que estaban doblados” (Lc. 13,10-17). El Reino que Él inauguró no tiene fin (Lc. 1,34). Cada vez está más próximo (Mc. 1,15). Y nos compromete (Mt.10,7).

“Dios será todo en todos” (1Cor. 15,28).

“La bondad de Dios, aunque se haya manifestado en el seno de Israel, en la comunidad de sus fieles, tiene por objeto a todas sus criaturas; efectivamente, la nación elegida tiene la obligación de dar a conocer la magnificencia divina a toda la humanidad, para que todos puedan beneficiarse de ella” (Landellotti).

“Si te alegras del dinero, temes al ladrón, pero si te alegras de Dios ¿qué temes? ¿Que alguien te quite a Dios? Nadie te arrebatará a Dios si tú no le dejas” (San Agustín).

“¡Oh tú, el más allá de todo!” (San Gregorio Nacianceno).

“Dios existe. No queremos ni debemos probarlo: intentarlo nos parecería blasfemia; negarlo, nos parecería locura. Dios existe porque nosotros existimos. Dios vive en nuestra conciencia, en la conciencia de la humanidad, en el universo que nos circunda” (G. Mazzini).

ACTUALIZACIÓN

¿Cómo poder conjugar el poder con el amor concreto al hombre?

Esto resulta casi imposible entre los que gobiernan este mundo porque para ellos, lo importante es el poder y mantenerse en él. Al contrario, Dios es Amor. Es la mejor definición de Dios.  El poder es un atributo de Dios, pero no es Dios mismo. Es el amor el que es justo, sabio y poderoso. Todos los atributos en Dios están al servicio del amor.   Este amor en Jesucristo se convirtió en servicio hasta el punto de “quitarse el manto, ceñirse una toalla y ponerse a lavar los pies de los discípulos” (Jn. 13,4-6).   

La Iglesia, cuando se aparta de este camino del amor-servicio y se va por el camino del poder, el dinero, el triunfalismo, deja de ser la Iglesia de Jesús. Hay que volver al evangelio, como nos lo recuerda cada día el Papa Francisco. El evangelio, leído en esta clave, se convierte en “fermento” de una nueva humanidad.

Por eso, hoy más que nunca, el mundo tiene necesidad de políticos “con sabor a evangelio”. Políticos que sepan impregnar de los valores evangélicos a todas las estructuras humanas.

PREGUNTAS

1.- ¿Sé descubrir en las obras de la creación la presencia viva y palpitante de Dios?

2.- Mi comunidad cristiana ¿me ayuda a profundizar en mi fe? ¿Qué aporto yo a la comunidad?

3.- ¿Ayudo a los demás a contemplar las maravillas que Dios ha hecho en la creación?

ORACIÓN

“Una generación pondera sus obras a la otra”

Tu pueblo, Señor, siempre ha tenido buena memoria. Ha sabido recoger la fe de sus mayores y la ha trasmitido a sus hijos y nietos. Israel ha contado a las futuras generaciones las hazañas de su Dios.

En Israel, la fe no se ha quedado encerrada bajo llave ni se ha envejecido en un depósito. La fe no ha dejado de fluir en el río de su historia. Hoy día, Señor, los padres cristianos ya no transmiten la fe a sus hijos. En las casas ya no se respira un ambiente religioso y la vida de fe se va haciendo cada día más difícil. Haz, Señor, que crezcan en nuestras parroquias, familias auténticamente cristianas, que sepan transmitir la fe a sus hijos por ósmosis, por contagio.

“El Señor es fiel a sus palabras”

En nuestro mundo cada día son más raras las personas que no mantienen la palabra dada. Abundan los mentirosos, los estafadores, los que cambian fácilmente de opinión. Tú, Señor, siempre has sido fiel a tus promesas. Siempre fuiste fiel a la Alianza, a pesar de que los hombres la quebrantaran muchas veces. Yo, Señor, quiero serte fiel hasta la muerte. Una vez que he puesto la mano en el arado ya no quiero volver la vista atrás.

“Pronuncie mi boca la alabanza… por siempre jamás”

Señor, los salmistas gozaban alabándote. Vivían para alabarte. No les importaba la muerte; lo que sentían era el no poder alabarte después de morir. Si los salmistas hubieran vivido después de tu muerte y Resurrección y hubieran sabido que la alabanza podía continuar después de la muerte, se hubieran vuelto locos de contentos. Haz que yo descubra en la alabanza la fuente de la felicidad. Que mi alma se llene de satisfacción al saber que en el cielo mi alabanza perdurará para siempre. Y, sobre todo, te pido que sepa compaginar, como lo hace el salmista, mi alabanza a Dios con el amor y la justicia con mis hermanos.

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