Nuevo diseño en fase beta, discúlpanos si encuentras algún error.

Como el grano de trigo. Un café con Jesús.

Pedro Escartín
19 de marzo de 2021

Flash sobre el Evangelio del V domingo de Cuaresma (21/03/2021)

Este domingo he vuelto a oír en el Evangelio (Jn 12, 20-33) que Jesús debía ser elevado sobre la tierra para “atraer a todos” hacia él, y esto significa que debía ser crucificado. Lo curioso es que esto lo dijo delante de unos griegos que estaban interesados por conocerle. No sé cómo les sentaría, pero a mí me parece que no era una buena tarjeta de presentación. Y así se lo he dicho mientras buscábamos una mesa en la cafetería.

– Yo creo que los dejaste cortados. Aquellos griegos eran gente más refinada que los judíos; llegaron a Jerusalén y oyeron hablar de ti como de un “caso” singular: habías curado a un ciego de nacimiento, habías resucitado a un muerto tan conocido como Lázaro, y tenías a los jefes alterados. Era comprensible que aquellos griegos se interesaran por ti, pero tú les echaste un jarro de agua fría diciéndoles que ibas a morir como un malhechor.

– ¿Y qué querías que hiciese? -me ha dicho mirándome a los ojos- ¿Qué les dorase la píldora o les engañase? Eso sólo lo hacen quienes quieren quedar bien, aunque sea a costa de la verdad.

– Pero un poco de diplomacia no es mala -he respondido mientras recogía los cafés-. Incluso puede ser necesaria desde un punto de vista pedagógico.

– Mi querido amigo -me ha dicho profundamente convencido-, supongo que no te das cuenta de que ya empezaba la Pascua y los acontecimientos iban a precipitarse. Además, sólo les dije algo que es la pura verdad, tanto en la agricultura como en la vida: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo». Nunca deberías olvidar que el sufrimiento tiene un alto valor humanizador, porque siempre que hacemos el bien o algo verdaderamente valioso, aparece el sufrimiento de una u otra manera, en forma de esfuerzo para comprender al otro, de cansancio producido por el trabajo, o de contradicción por la mala voluntad de algunos… Y el sufrimiento acostumbra a echar a la gente hacia atrás.

– ¿Por eso añadiste que «el que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna»?

– Así es. Todos nos sentimos inclinados a rechazar el sufrimiento; así que hemos de disponer de un motivo fuerte para asumirlo y no dejar de hacer el bien, como le pasa a la madre con el hijo que va a nacer: es más fuerte la alegría de traerlo a la vida que las molestias del embarazo, el mal rato de las convulsiones y los dolores del parto; pero está feliz cuando tiene a la criatura en sus brazos…

– Has dicho que “nos sentimos”, ¿también tú experimentaste rechazo ante el sufrimiento?

– No te sorprendas: también yo. Para esto soy también verdadero hombre, para solidarizarme con vosotros en todo, incluso en la debilidad. Recuerda que aquel día, con los griegos delante, dije: «Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre líbrame de esta hora». Pero justamente vine a este mundo para ayudaros a hacer el bien, aunque sea arduo y arriesgado, y había sonado la hora de la solidaridad y del sufrimiento compartido. Por eso añadí: «Padre, glorifica tu nombre».

– Y en esta ocasión, el Padre no guardó silencio y dijo que te iba a glorificar…

– Y me glorificó de la manera más sorprendente: desde lo alto de la cruz. Por eso dije: «Cuando yo sea elevado, atraeré a todos hacia mí». Si con esto aprendéis a no rehuir el sufrimiento que comporta hacer el bien, el mundo habrá dado un paso definitivo hacia la felicidad -concluyó mientras el camarero traía la cuenta-.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas