Catequesis de Colombia… a Capella

Ascen Lardiés
22 de septiembre de 2020

En este año excepcional, las confirmaciones han tenido que retrasarse al mes de septiembre, conforme a un calendario que inauguraron las parroquias de Estadilla y Fonz, con el sacerdote Antonio Mozás, y continuó en la de Capella, con el padre Julián Sepúlveda. En esta última localidad, la confirmación de Jesica Campo y Lorena Salamero llegó tras una formación catequética no exenta de dificultades e imaginación. Esta, explica el párroco, tuvo un valor adicional porque durante el confinamiento optaron por seguir con las clases… vía telemática. No quedó más remedio dado que mosén Julián se encontraba en Colombia, así que las videoconferencias y los mensajes, con vídeos y lecturas escogidas, se convirtieron en una herramienta enriquecedora para seguir profundizando en la fe. Las jóvenes, señala, estuvieron muy comprometidas con el paso que iban a dar y dos veces por semana estuvieron recibiendo la catequesis, desde Sudamérica, hasta su casa.

Y es que la estancia de este sacerdote de la unidad pastoral de Graus disfrutando de sus vacaciones en su país natal se prolongó mucho más de lo esperado. Cinco días antes de volver a España, se decretó el confinamiento en Colombia. «Cuando se hablaba de que en la diócesis se volvía a la nueva normalidad, estaba muy preocupado porque los sacerdotes de la unidad pastoral no pudieran cubrir las necesidades de todos los pueblos. Quería regresar para corresponder con esa responsabilidad», explica.

Al tiempo que celebraba la eucaristía en la terraza de su casa para una decena de familias, mantenía el contacto con la diócesis de Barbastro-Monzón gracias a la «virtualidad, un medio muy importante que a veces no valoramos para el trabajo pastoral. Hice muchos vídeos e imágenes para ayudar, recordar las fiestas, romerías, celebraciones… y las enviaba a los pueblos». Esa ayuda de las nuevas tecnologías también sirvió para que el grupo de catequesis pudiera compartir la eucaristía que prepararon con las catequistas: el sacerdote la celebró en su hogar colombiano y desde ahí iba dando paso a las lecturas y peticiones, que formulaban desde Benabarre, Lérida, Barcelona… «Descubrimos las posibilidades tarde, pero hemos aprendido», añade.

Julián Sepúlveda consiguió un billete para un avión humanitario que volaba el 3 de julio, pero pocos días antes de de embarcar tuvo que ser operado de urgencia de apendicitis. Ya había anunciado su vuelta y una foto desde la cama del hospital llevó la noticia de que, de momento, tendría que esperar. Así que cuando los médicos le autorizaron a viajar a España, decidió no decirle a nadie que volvía el 15 de julio. «Cuando aterricé en Madrid empecé a enviar mensajes y fue muy bonito, una gran alegría para mi y para los pueblos y personas con las que trabajo», rememora. Tras una cuarentena voluntaria, regresó a su labor pastoral y «la gente que valora la presencia sacerdotal estaba feliz, igual que yo«.

No cree que la pandemia nos cambie, pero sí la crisis que ya estamos viviendo, y eso llevará a que la Iglesia redoble su labor. «Nos tocará trabajar más, por la sensibilidad humana, por los valores, dando testimonio como cristianos. Esta situación creo que será un punto clave para evangelizar de forma diferente. Y que nos tocará con las nuevas herramientas tecnológicas y de comunicación», opina. «Tenemos que volver a las raíces de nuestra fe, todos, pensar qué es lo que nos motiva para creer, ira a la iglesia, escuchar al cura… Y ese trabajo lo tenemos que hacer como Iglesia».

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