Un monasterio de Clarisas Capuchinas en Caspe, fundado en 1696, por monjas procedentes del de Nuestra Señora de los Ángeles (Zaragoza). En la actualidad son nueve hermanas, con edades comprendidas entre los 39 y los 86 años: cuatro españolas y cinco mexicanas. La abadesa es la hermana Angélica María Valerio. Ante el inminente inicio de la Cuaresma, nos cuentan cómo la viven.
¿Cuál es su carisma? Vivir el santo Evangelio en fraternidad, sencillez, pobreza, humildad, austeridad, asidua oración y clausura papal.
¿Cómo se relacionan con el pueblo? Nuestra relación con el pueblo es como de una familia: nos llaman “sus monjitas”. Compartimos penas y alegrías; nos piden oración, pero también son muchos los que rezan y se preocupan por nosotras; la generosidad del pueblo caspolino es digna de mención.
¿Y con la parroquia y otras religiosas? Con los sacerdotes de la parroquia tenemos una relación muy cordial, muy cercana, saben que para cualquier cosa que necesiten, pueden contar con nosotras; y lo mismo por su parte: siempre disponibles a administrarnos “espíritu y vida”. Entre las comunidades religiosas (las Anas y las Hermanitas), existe una comunión fraterna, de hermanas; aunque no nos vemos con frecuencia, cuando lo hacemos, nos sentimos muy unidas.
¿Cómo viven comunitariamente la Cuaresma? El ejercicio del viacrucis los viernes es fundamental. Los jueves hacemos la lectio divina, acompañadas por los sacerdotes de la parroquia, con las lecturas de cada domingo. Suspendemos la comunicación con la familia (cartas, teléfono) y las visitas en el locutorio; la alimentación es más austera (conservamos la abstinencia miércoles, viernes y sábado). Y aunque de ordinario tenemos cada semana lo que nosotras llamamos la reunión fraterna, durante la Cuaresma es clave, porque en ella revisamos nuestro `proyecto cuaresmal’; esto hace que nos mantengamos “vigilantes” durante toda la Cuaresma.
¿Y personalmente? Es más difícil responder acertadamente, porque cada una lleva sus penitencias, sacrificios y renuncias secretas… Dada la situación actual de nuestra comunidad, hay ciertos actos de penitencia que ya no podemos hacer; por eso, ante todo buscamos la calidad y caridad en nuestras relaciones fraternas que, como hemos dicho, es algo esencial en nuestra vida capuchina.
Cuaresma, ¿triste o alegre? La Cuaresma es un tiempo más austero, que nos invita al silencio y recogimiento; y así tratamos de vivirlo. Pero de ninguna manera es algo triste. Nuestra mirada está fija en Cristo. Nos dejamos guiar por la liturgia, acogiendo la invitación a “convertirnos y creer en el Evangelio”, a contemplar a Cristo en su misterio de humillación y muerte, para llegar, con gozo y alegría plenos, al día esperado de la Resurrección. Y como alguien dijo: la preparación de la fiesta, es ya una fiesta. Así la Cuaresma: nos hace vivir con alegría la preparación para la fiesta de la Pascua.
[divider]5 claves para vivir la Cuaresma[/divider]
- Lee a diario, con pausa y atención, la Biblia, pues “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
- Pide constantemente al Espíritu Santo el don de ‘temor de Dios’, pues “no tentarás al Señor, tu Dios”.
- Dedica un tiempo semanal a la adoración eucarística, pues “al Señor,
tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”. - Al ayuno que indica la Iglesia, añade un tiempo diario de ayuno de teléfono móvil, de televisión o de internet.
- A la abstinencia que pide la Iglesia, añade la abstinencia de críticas, murmuraciones y gastos superfluos.