¿Balones fuera?

                Este político nos ha deseado ‘felices fiestas’. El de enfrente, ‘feliz navidad’. Diferentes personas y grupos se han inclinado por ‘entrañable celebración’, ‘feliz solsticio de invierno’, ‘celebremos al Sol Invictus’. Y así sucesivamente. La variedad de felicitaciones nos presenta la realidad en la que nos movemos. Variedad que no nos uniformiza y que más bien nos enriquece. Siempre que lo hagamos con respeto y no contra nadie.

                Para colmo -algunos así lo piensan-, la Comisión Europea recomendó que se felicitaran las ‘fiestas’, no la Navidad. Porque no todos los ciudadanos de Europa y del mundo son cristianos y felicitarles la Navidad nos conduce a no ‘ser sensibles al hecho de que las personas tienen tradiciones religiosas diferentes’. Por las protestas de todo tipo y de muchos organismos, se retiró la propuesta porque ‘no era un documento maduro y no cumple los estándares de calidad de la Comisión’. Así lo justificaba y por razones culturales.

                Estos son los datos. Los recojo, no los juzgo, ni, mucho menos, condeno. Eso sí, me ha sorprendido, al pensar este artículo, la cantidad de escritos que he encontrado sobre el tema en diferentes medios. Las reacciones e interpretaciones de esos hechos, ya es otra cosa, y se puede discrepar de algunas de ellas.

                Por ejemplo, ésta: Estamos ante ‘una muesca más en el revólver progresista de las batallas culturales, esas por las que, en nombre del avance de todas las causas honorables habidas y por haber, es imprescindible la fractura, romper con todo aquello que huela a tradición, renegar del pasado y hacerlo, además, con actitud revanchista. Despreciándolo. No está de moda celebrar la Navidad”. Es cita literal de un artículo de prensa. Me interesa esta opinión muy extendida. No decir la persona que la suscribe. No es opinión exclusiva de ella. Anda muy extendida en ciertos ambientes.

                No acepto, vista la realidad, que no está de moda celebrar la navidad, con minúscula. Está muy de moda y de modo exagerado y creciente. Solo quedan algunas palabras-mantra-vacías y no en todos los ambientes: solidaridad, amor, paz, familia…  Lo que sí creo que ‘no está de moda’ es la Navidad con mayúscula: celebrar el aniversario del Nacimiento del Seños. No está de moda celebrar la Na-TI-vidad del Señor. Con perdón, si ofendo, también entre la gran mayoría de los que nos llamamos cristianos.

                Sí valoro positivamente, como postura humana de respeto a la tradición y a la cultura propia, lo que expresan estas afirmaciones: “Se está confundiendo la laicidad con la ignorancia. “Si no tienes el referente del cristianismo, no puedes entender nada, absolutamente nada”, en este caso, de la Navidad. “No soy creyente, pero sí practicante”. Frase, ciertamente original, contraria a la que estemos acostumbrados a oír; “soy creyente pero no practicante”. La frase: “No soy creyente pero sí practicante”, da a entender una realidad irrefutable. Y es que las bases que “me han configurado, que han configurado la vida de mi pueblo, son de raíz cristiana”. Constatación cultural que supera el tema del ‘nombre’. “Una cultura progre mal entendida, que se incomoda porqué la fiesta es católica, como si dos mil años de catolicismo no fuesen nuestra cultura-”. Y es que aún hay quien cree “que las tradiciones son retrógradas, cuando son señales de identidad”. Pero, para un cristiano, Navidad es mucho más que cultura.[1]

                También es válido decir: se está confundiendo la defensa del nombre ‘Navidad’ con la ignorancia. Porque no sabemos qué día nació Jesús. El evangelio no dice nada. Sí sabemos que la celebración de la Navidad sustituyó entre los cristianos a las fiestas romanas del solsticio de invierno o del Sol Naciente, cuando el día, la luz, va venciendo a la noche. Porque Jesús es para nosotros la Luz del Mundo, los cristianos fijamos esta fecha para celebrar su nacimiento. Cambiamos una fiesta romana por otra cristiana. Pues bien, si algunos desean volver a ese origen romano, en su derecho están. Y de alguna manera, nos debería alegrar. Para que todo estuviera un poco más claro.

                Lo que los cristianos no debemos hacer es lanzar balones fuera en este tema y en otros muchos. Decimos: esta propuesta quiere marginar lo cristiano. Nos lavamos las manos y todo solucionado. ¡Balones, fuera! ¿No tendremos que reconocer y aceptar que nos molesta que nos cambien el nombre y no que, en nombre de la Navidad, todo sea consumo, gastos, fiestas caras, fachada de alegría, olvido y ofensa a los pobres…? Porque si todo esto es en nombre de la Navidad, yo, cristiano, también lo puedo celebrar así, sin cuestionarme nada. ¿No tendría que molestarnos que todo esto se haga porque celebramos el nacimiento del Señor? Por tanto, perdón de nuevo por el atrevimiento, ¿no nos debería parecer mejor que a toda esa parafernalia se la deje de llamar navidad, incluso con minúscula? Porque nada tiene que ver con el Misterio de la Encarnación del Señor, con la alegría ´profunda, gratuita, gozosa’ del Dios-con-nosotros. ¿Por qué le llaman navidad, si quieren decir consumo? Por tanto, si, al consumo, le quitan el nombre de navidad, ¡qué liberación!

                No echar balones fuera nos lleva a preguntarnos por nuestra coherencia cristiana. Que no está en los nombres, sino en las actitudes y en la vida. Para Jesús, como muy bien sabemos, no cuentan las palabras, sino únicamente las obras, la vida (Mt 7, 21-23; 12, 49 s; 25, 31-46). A no hacer esto, Jesús lo llama hipocresía.

Por eso esta circunstancia que comentamos, y otras muchas de hoy día, nos reclaman que defender las palabras sin más se puede convertir en un engaño y un peligro. Los ritos, las palabras, las tradiciones… tranquilizan superficialmente la conciencia, pero no mejoran la conducta, la vida. Que es lo que nos trae la Navidad, del nacimiento del Señor: una vida NUEVA. Lo bueno, lo mejor de la Navidad con mayúscula es que sí tenemos muchas personas, cristianas y no cristianas, creyentes y no creyentes, que viven el espíritu de la Navidad cristiana siempre. Siempre viven solidaria, pacífica, amorosa, entregadamente a todos. Gracias porque en muchas, en muchas personas nunca acaba Navidad. Ni echan balones fuera ni se amargan por cuestión de nombres. Nadie nos podrá robar la Navidad con mayúsculas, si nosotros no dejamos que nos la roben.


[1] Cfr. JOSEP MIQUEL BAUSSET. ¿Hemos de suprimir los belenes o las cabalgatas de Reyes, expresión de una cultura religiosa? Religión Digital – 23.12.2021