“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34)

Mañana de Viernes Santo del año 2020, en el marco del triduo Pascual, con las cifras del calendario tintadas en rojo por la sangre del Hijo de Dios, que muere por nosotros.

Jesús el Maestro, desde la cátedra de la Cruz, va a pronunciar sus últimas siete palabras.

Son palabras de dolor y de amor, porque el corazón sangra por donde ama; son palabras de luz y de vida pronunciadas por Jesús que es la primera y eterna Palabra del Padre.

En la cima del Gólgota, suspendido entre el cielo y la tierra; con los brazos abiertos en ademán de abrazar al género humano, Jesús abre sus labios, rompe su silencio y ora: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).

Recibir perdón… y perdonar

Jesús, desde la cruz, cumple lo que había enseñado: “Perdonad a los enemigos; rezad por los que os persiguen” (Lc 6, 27).

Cristo pide perdón para todos: para los verdugos que le crucifican; para los sumos sacerdotes, Anás y Caifás; para Herodes y Pilatos; para Simón Pedro y para Judas el traidor; para ti y para mí; para todos.

El ejemplo de Jesús fue imitado desde el principio por el protomártir San Esteban, que murió apedreado, exclamando como Jesús: “Señor,  no les tengas en cuenta este pecado” (Hch 7, 60). El perdón es una gracia y un deber de los cristianos de todos los tiempos: así lo hicieron aquí en Zaragoza Santa Engracia y los innumerables mártires. Así lo hacen los mártires de hoy en muchos lugares de la tierra, perseguidos por su fe.

El amor es poderoso con la fuerza del amor. ¿Quién ha dicho que el rencor es poderoso y que el amor es débil? Si el amor fuera la primera fuerza que moviera el mundo, se abriría paso la reconciliación, la fraternidad y la esperanza.  El amor que aprendemos de Jesús, es paciente y es humilde, no lleva cuentas del mal, se alegra con la justicia y la verdad, espera sin límites (cfr. 1 Cor 13, 4-7).

Hoy es Viernes Santo, día del perdón y de la reconciliación. Todos los que participamos en esta meditación debemos recibir perdón y perdonar.

Súplica final

  • Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
  • Padre nuestro, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
  • Madre Dolorosa, intercede por nosotros ante tu Hijo y perdónanos también a nosotros pecadores. Amén.

+ Vicente Jiménez Zamora

Arzobispo de Zaragoza