El Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), nos convoca bajo un lema profundamente inspirador: «Misioneros de esperanza entre los pueblos». Este año el DOMUND nos invita a reflexionar sobre el hecho de ser constructores de esperanza en un mundo que clama por ella.
Hoy damos gracias por todos los misioneros y, en particular, por los de la diócesis de Zaragoza. Ellos son la manifestación viva del lema de esta Jornada. Su papel es fundamental por ser presencia y testimonio; son hombres y mujeres (sacerdotes, religiosos, consagradas y laicos) que dejan su propia tierra para anunciar el Evangelio y llevar la esperanza a muchos países, a menudo en situaciones de riesgo o de gran necesidad. Su labor se centra en lo espiritual; pero implica también obras concretas de caridad y desarrollo social (escuelas, hospitales, asistencia), que transforman vidas y ofrecen una esperanza concreta en lugares donde la fe se está asentando o es más vulnerable.
La Jornada del DOMUND nos anima a todos los fieles a colaborar con los misioneros, no solo económicamente, sino también de forma personal (siendo «artesanos de esperanza» cada uno en su propio entorno) y espiritual (rezando por su labor). Su sacrificio y dedicación son un «testamento espiritual misionero» que inspira a toda la Iglesia. Así, el papa en su mensaje para DOMUND de este año, nos recuerda que la misión no es una tarea para unos pocos, sino una vocación que atañe a cada cristiano. Ser «misioneros de esperanza» significa que queremos seguir las huellas de Cristo, nuestra esperanza. Él es el modelo de la esperanza cristiana, mostrando con su vida una confianza absoluta en el Padre. La Iglesia continúa esta misión, acompañando a los más pobres y afligidos con el «aceite del consuelo y el vino de la esperanza».
El DOMUND nos recuerda cada año que la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora de forma concreta con las misiones. Cada donativo y cada oración es un apoyo vital a la labor evangelizadora y social que realizan miles de misioneros en los territorios de misión. Ellos están en la primera línea, transformando vidas a través de la educación, la sanidad, la agricultura y el anuncio explícito del Evangelio. Su acción social no es un fin en sí mismo, sino un fruto que brota de Corazón mismo de Cristo.
Muchas gracias a la Delegación de Misiones de la diócesis de Zaragoza. A sus responsables, colaboradores y benefactores, por animar esta Jornada un año más y por todo el trabajo que realizan a lo largo del curso. ¡Gracias de verdad!
Y en este DOMUND 2025, no solo recordamos a los misioneros, sino que nos reconocemos a nosotros mismos como parte de la gran misión de la Iglesia. Somos, por vocación bautismal, «Misioneros de esperanza entre los pueblos». Que la alegría de Cristo Resucitado nos impulse a compartir esa esperanza con audacia y generosidad.