Opinión

David López

Activismo, empirismo y fragmentación: tres frenos que vacían la misión

10 de septiembre de 2025

En no pocas parroquias se trabaja mucho… y se avanza poco. Reuniones, programas, actividades, campañas… y, sin embargo, la sensación de estancamiento crece. El Directorio para la catequesis lo advierte con claridad: urge ponerlo todo en clave evangelizadora, renovar las estructuras y situar la catequesis como corazón misionero de la comunidad.

Tres trampas frecuentes

  • Activismo: confundir misión con “hacer muchas cosas”. Programamos por inercia, multiplicamos eventos y medimos resultados por el volumen, pero lo que queda es ruido pastoral, con poco fruto misionero.

  • Empirismo: improvisar a golpe de ocurrencia o de un dato inmediato, sin proyecto evangelizador que trace un camino ni itinerarios que acompañen la fe.

  • Fragmentación: cada grupo “a lo suyo”, sin visión de conjunto ni coordinación. El todo se rompe en piezas, y la catequesis queda aislada del resto de la vida parroquial.

El antídoto no es complicado de nombrar, aunque exige decisión: volver al kerigma y reconfigurar la iniciación cristiana en clave catecumenal.

La parroquia: casa misionera

En este cambio cultural y social que nos atraviesa —urbanización, movilidad, migraciones, falta de sacerdotes— no sirve conservar lo poco que tenemos. La parroquia no es ni museo ni club social: está llamada a un proceso de conversión misionera.

El papa Francisco insistía en que la parroquia no es una estructura caduca, sino una realidad flexible, capaz de reinventarse según las necesidades. Pero requiere docilidad y creatividad misionera de pastores y comunidades.

El cambio comienza en la catequesis

Todo lo demás se reordena cuando la catequesis late al ritmo de la misión. El Directorio propone tres movimientos muy concretos:

  • Construir comunidades de discípulos misioneros, más allá de estrategias o documentos.

  • Fomentar una mentalidad misionera, capaz de escuchar, salir y dejarse acoger.

  • Desplegar itinerarios catecumenales, especialmente con jóvenes y adultos, donde la fe se viva como algo bello y transformador.

Una hoja de ruta práctica

El paso del diagnóstico a la vida concreta se juega en opciones muy sencillas:

  • Un solo centro: revisar programas y agendas preguntando si conducen al encuentro con Jesucristo.

  • Un proyecto común: pasar de actividades aisladas a itinerarios coherentes.

  • Una parroquia en salida: abrir espacios de primer anuncio, también en plazas, redes y hogares.

  • Una catequesis vertebradora: con equipos formados, coordinados y en diálogo con toda la pastoral.

Conclusión

La conversión pastoral no consiste en hacer más, sino en hacer lo esencial de otro modo. Cuando la parroquia se convierte en comunidad misionera, el activismo se transforma en fecundidad, el empirismo en discernimiento y la fragmentación en comunión.

El camino está trazado en el Directorio y en la Evangelii gaudium. Ahora toca dar el paso.

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