Opinión

Jesús Moreno

A pie de calle

Dudar es sanador

9 de julio de 2025

Más de una vez me han preguntado: Dudar, ¿es pecado?

Otras, directamente, me han dicho: Me acuso de que he dudado.

Y no hablo de una pregunta y de una afirmación de hace tropecientos años. Es más bien, como quien dice, de anteayer.

Pues bien, dudar no es pecado. Dudar es una muy buena ocasión para crecer en la fe. Porque estoy hablando de dudas de fe. Dudas de fe asumidas sinceramente, surgidas espontáneamente en una persona creyente.

Dudas que también pueden llevar a dejar de creer. Dios no se enfada con el que duda y supera la duda. Ni se enoja con quien no soluciona su duda y deja de creer. Son dos puertas abiertas ante toda persona que se plantea seriamente si, por ejemplo, Dios existe o Dios no existe.

Dios Padre no abandona nunca ni al que cree ni al que no cree ni al que duda. Ama igualmente a los tres y los acompaña sin entrometerse, sino animando silenciosamente, a cada uno según su situación. Por eso, “amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos” (Mt 5,44-45). Y amando a los enemigos y rezando por los que nos persiguen, seremos hijos de nuestro Padre celestial (cfr. Idem).

Dudar, repito, no es pecado. Creo, Señor, pero ayuda mi falta de fe (Mc 9, 24).

Que la duda no nos atormente. Es gracia de Dios para crecer. Es dolor de parto del que surge una fe más viva, más consciente. Aunque, también es verdad, a veces no sea así. Y la duda nos lleve a dejar de creer. Pero será una decisión consciente que Dios respeta, acoge al que duda e, incluso, le ama más, si se me permite hablar así. Hasta podemos hablar de amor preferencial por los que dudan.

Porque la fe no tiene todas las respuestas a todas las realidades, pero no le asustan las preguntas e inquietudes que puedan surgir en nosotros; incluso hay preguntas creadas por la propia fe. Porque quiere ser ‘adulta’ y consciente.

Lo contrario a la duda sana, sanante y necesaria es el fundamentalismo: todo lo tiene claro y responde lo mismo de siempre, aunque hayan cambiado las preguntas. Que, ciertamente, han cambiado. Pero algunos siguen dando las mismas respuestas a preguntas diferentes. No estoy, creo, ni inventando, ni exagerando. Y eso es fundamentalismo. Siempre ha sido así. Nos están cambiando la fe. (Aunque estas afirmaciones creo que están desapareciendo, gracias a Dios)

Como alguien ha escrito y coincido con él: “Hay más fe en una duda bien rezada que en mil certezas recitadas sin sentirlas”.[1]

Como a veces parece, o está claro, que hay muy poca fe en muchos padrenuestros y avemarías rezadas deprisa, corriendo y mal. Y de esto hay en muchos cristianos ordenados y no ordenados, clérigos y laicos. Lástima. Y pena. Incluso algunos piensan que cuantos más padrenuestros, mejor. Olvidando que la Iglesia, en su oración oficial -Liturgia de las horas y Eucaristía- nos invita solamente TRES veces a rezarlo cada día: Laudes, Vísperas y Eucaristía. La Iglesia, Madre y Maestra.

Creo que nos ayudará a avanzar lo dicho más arriba: “Hay más fe en una duda bien rezada que en mil certezas recitadas sin sentirlas”

             Yo creo que SI.

[1] Saúl Núñez Amado. ZARANDEAR ALMAS. Vida Nueva, nº 3410. 10-16/5/2025. Pág. 40.

Este artículo se ha leído 71 veces.
Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas

Este artículo se ha leído 71 veces.