El Quililay reúne a decenas de personas en el Moncayo

Marta Latorre
7 de julio de 2025
Como todos los primeros domingos del mes de julio, ayer tuvo lugar la tradicional romería del Quililay, que dio comienzo  con la misa de romeros en la Catedral de Tarazona.
Decenas de turiasonenses y de vecinos de los pueblos del Moncayo acudieron al reparto de migas en Agramonte, en el que participó el obispo de Tarazona, Mons. Vicente Rebollo, junto con el alcalde Tono Jaray y miembros de la corporación. Seguidamente, tuvo lugar la misa en honor a la Virgen del Moncayo en su santuario, presidida por el obispo y concelebrada por don Miguel Antonio Franco.
Don Vicente invitó a los fieles a vivir la alegría de la romería y a sentirse protegidos bajo el manto de la Virgen María. Destacó la importancia de honrar y venerar a la Virgen, y de dejarse llenar de su paz y amor. También recordó que Jesús resucitado garantiza que todo saldrá bien y que, con la fuerza del Espíritu Santo, podemos superar las dificultades de la vida y llevar la paz a los demás.
La misa fue cantada por la Rondalla «Los amigos» y por la Coral Turiasonense.
Al final de la mañana tuvo lugar el tradicional reparto de judías en el que también tomó parte don Vicente.
LA ROMERÍA DEL QUILILAY
La Romería del Quililay es una de las tradiciones más arraigadas de la diócesis de Tarazona, con más de 500 años de historia. Su origen se remonta al año 1515, cuando una grave sequía azotó los campos de cultivo de la zona. En un gesto de fe y súplica, los agricultores emprendieron una peregrinación hasta el Santuario de la Virgen del Moncayo, situado a más de 1.800 metros de altitud, para pedir la tan ansiada lluvia. Al día siguiente de su regreso, se obró el milagro: llovió, y las cosechas se salvaron.
Desde entonces, cada primer domingo de julio, vecinos de Tarazona y otras localidades cercanas reviven esta caminata de fe, que en sus inicios duraba dos días y hoy se realiza en apenas media hora. La imagen de la Virgen es trasladada desde la iglesia de San Martín hasta el santuario, donde permanece durante el verano.
El nombre “Quililay” proviene del peculiar ritmo del tambor que acompaña la romería, cuyo sonido recuerda esa palabra.

 

 

 

 

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